Dosier
Las experiencias del ecosistema de bibliotecas del Valle de Aburrá, Colombia
Resumen: El objetivo de este artículo es presentar las reflexiones derivadas de investigación de campo etnográfica realizada en el ecosistema de bibliotecas públicas y populares del Valle de Aburrá, Colombia, respectiva y mayoritariamente, al Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín, y la Red de Bibliotecas Populares de Antioquia. Con la metodología utilizada se posibilitó propiciar espacios de conversación con los equipos de las infraestructuras bibliotecarias. Los resultados presentan tres ejes estructurales presentes en las dinámicas bibliotecarias: territorialidad, lenguaje y redes de articulación. Finalmente se concluye que tales procesos son insumos muy potentes en la tarea de rompimiento de hegemonías simbólicas de la cultura y el fortalecimiento de comunidades vulneradas en el capitalismo.
Palabras clave: Bibliotecas, Territorio, Comunidades, Resistencia cultural.
Experiences from the librarian ecosystem from the Valle of Aburrá, Colombia
Abstract: The aim with this article is to present reflections woven around an field research with ethnographical inspiration conducted in the public and popular librarian ecosystem of the Valle de Aburrá region, Colombia, mostly on, but not restricted to, the Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín and the Red de Bibliotecas Populares de Antioquia. The chosen methodology was infused with literature proposals to go through immersions in the region’s cultural devices, chatting with their staff and collecting materials. The results indicate three structural and simultaneously acting topics of work for the dynamics developed there: Territoriality, Language and Bonding Networks. In the end it was concluded that such process are very powerful inputs on the job of breaking symbolic hegemonic in Culture and fortification of communities made vulnerable in capitalism.
Keywords: Libraries, Territories, Communities, Cultural resistance.
1. Introducción
El presente artículo tiene el objetivo de presentar algunas reflexiones tejidas desde una investigación empírica realizada para la obtención del título de Magíster en Ciencias de la Información por la Escola de Comunicações e Artes de la Universidade de São Paulo, Brasil. Este proceso fue ejecutado en las ciudades de Bogotá, Cali, y en la región del Valle de Aburrá, donde se encuentra la ciudad de Medellín, en el departamento de Antioquia, Colombia. El trabajo de campo se desarrolló entre los días 28 de enero y 31 de marzo de 2022, a partir del programa de Pasantía de Investigación de la Universidad de Antioquia, Medellín, junto a la línea de investigación Bibliotecas desde Abya-Yala: sociedades y culturas desde el Sur, del grupo de investigación Información, Conocimiento y Sociedad de la Escuela Interamericana de Bibliotecología.1
Es importante anotar que este proceso de la maestría, iniciado en el mes de febrero de 2020, se dio en medio al contexto de la pandemia del COVID-19, lo cual implicó que la etapa empírica planeada en el proyecto inicial fuera suspendida con el cierre de actividades presenciales hasta el final de 2021. Por ello, entre el mes de febrero de 2020 y diciembre de 2021, impedido de desarrollar actividades en campo, el enfoque del trabajo se limitó a la discusión y explicación minuciosa mayoritariamente teórica del problema de investigación definido, correspondiente a la crisis dada en la apropiación capitalista de la información.
Esta idea puede ser puesta como el conjunto de desafíos resultados del mecanismo de atribución de sentido de la cultura del capitalismo, por el cual se atribuye a sus propios productos culturales, significados, conocimientos, concepciones de mundo, perspectivas políticas etc., un carácter de natural, un dado incuestionable y objetivo de la realidad. Es decir, la crisis, o las diversas crisis, causadas por el proceso del capital en forzarse como naturaleza (Fellipin dos Santos, 2023). Este análisis buscó alternativas para quebrar este estado de naturaleza intentado por esa cultura.
Esta etapa de investigación se cerró presentando una exploración de propuestas teóricas interesadas en responder a algunos de los desafíos apuntados como consecuentes del problema de la crisis y caminar en la tarea urgente de encontrar medios para imaginar otras maneras de existir, habitar y cohabitar, no naturalizadas en la cultura del capitalismo. Esta parte específica del análisis fue diferenciada en tres ejes: la profanación, basado en las reflexiones del filósofo italiano Giorgio Agamben (2007); la idea de Magia desarrollada por la teórica del diseño Betti Marenko (2019) desde la teoría del científico de la tecnología Gilbert Simondon; y el concepto del Chtulluceno, imaginado por Donna Haraway (2016).
En relación con la profanación, Agamben (2007) aboga que el régimen del capitalismo, y su hegemonía simbólica, tienen un aspecto fuertemente religioso. En orden de proponerse como la interpretación objetiva de la realidad, y el modo objetivo de existir en el mundo, el capitalismo se ubicó paulatinamente al largo de la historia en un estado de sagrado. Las concepciones de mundo dentro de esta matriz cultural, sus signos, costumbres, conocimientos, sociabilidades y hasta coordinadas políticas, fueron aisladas de la experiencia concreta de la materialidad, esta poseedora de potencia para disputar y cambiar el real y sus lecturas. También fueron puestas en otra dimensión, marcadamente superior a todas las otras, supuestamente objetiva e incuestionable, cuyo contacto con los sujetos del plano material se limita a obedecerla solamente: “Es una religión cultural, quizás la más extrema y absoluta que jamás ha existido. Todo en él tiene significado únicamente con referencia al cumplimiento de un culto” (Agamben, 2007, p. 70).
La propuesta del autor para combatir esta sacralización de la vida en el capitalismo es el principio de la profanación. Ella representa el acto de invadir esta dimensión de lo sagrado y sacar los signos allá planteados, reubicándolos en la experiencia concreta de la vida material, lo cual implica disputarlos para reactivar las diversas posibilidades de uso, significación y atribución a ellos, sin buscar reponerlos en otros nuevos estados sacralizados, pero justamente rompiendo esta posición:
Es importante recordar que la profanación no restaura simplemente algo similar al uso natural, que preexistía a su separación en la esfera religiosa, económica o jurídica. Su funcionamiento (...) es más astuto y complejo y no se limita a abolir la forma de separación para volver a encontrar, más allá o por debajo de eso, un uso no contaminado. También en la naturaleza ocurren profanaciones (Agamben, 2007, p. 74).
La idea de Magia, a su vez, es propuesta por Marenko (2019) junto a su análisis del trabajo de Simondon, en respuesta a una constatación, similar a la de Agamben (2007), en la cual se propone que hubo una división de los elementos de lo que existe, la realidad, lo que se presenta a nosotros como al hecho de la existencia, entre dos tipos opuestos, objetivos y subjetivos, en la matriz cultural capitalista. El argumento de la autora al plantear esta división es que los sujetos del capitalismo no se perciben integrados al mundo, sino que lo perciben como si grande parte de este mundo ya estuviese puesto e imposible de disputar, gracias a la proposición de este régimen simbólico como objetivo- aquí está muy presente la vinculación con la idea de lo sagrado.
La autora entonces explica cómo la magia, definida como el acto de “intentar controlar y alterar el medio ambiente por medios artificiales” (Marenko, 2019, p. 217), en el análisis de la vida social de Simondon representa una “integración armoniosa del ser humano en el mundo antes de cualquier separación entre sujeto y objeto” (Marenko, 2019, p. 221), y se constituye como un paso a la profanación de los signos y significados sagrados. Con este concepto, se busca restaurar la percepción de integración entre sujetos y mundo, y la posibilidad de que mutuamente se cambien y transformen desde la experiencia concreta, activando usos y funciones desconocidas para los signos “objetivos”, o sea, resignificarlos a través de la experimentación. Tres características son atribuidas a esta categoría: la efectividad (su capacidad de desempeño), el misterio (acceso a lo desconocido) y la estética (capacidad de provocar reacciones sensoriales y emocionales en los sujetos) (Marenko, 2019, p. 218).
Finalmente, el concepto del Chtulluceno, de Haraway (2016), se concibe como una alternativa al Antropoceno en relación con la forma de habitar un mundo en medio de una crisis ecológica. Este desarrollo plantea una seria preocupación en relación con las implicaciones de la crisis climática, la autora defiende la importancia de interpretar el Antropoceno no solamente como una entrada en una época de parámetros climáticos y geológicos desconocidos, sino también como una discontinuidad entre un mundo y ciertas posibilidades de vida en él a otro en el que “lo que viene después no será como lo que vino antes” (Haraway, 2016, p. 100). Un punto de virada impuesto en dirección al agotamiento del modo de vida capitalista como consecuencia de su manutención- que puede explicarse muy bien desde su construcción entendida como sagrada (Fellipin dos Santos, 2023).
En relación con la perspectiva descrita anteriormente, es urgente e inevitable la tarea de imaginar formas alternativas al capitalismo de habitar y cohabitar el mundo, Haraway (2016) profana el símbolo del Cthullu de H.P Lovecraft para nombrar, en su propria gramática, la propuesta del Chtulluceno, “ni sagrado ni secular; esta fabricación de mundo terrestre es marcadamente terrenal, embarrada y mortal- y está en disputa ahora” (Haraway, 2016, p. 55). Se trata de construir una forma de habitar y cohabitar entre los sujetos y los elementos del mundo que sea profundamente enmarañadora, “tentacular”,2 relacional, constructiva y creativa, y sobre todo atenta a las divergencias y contradicciones posibles de la experiencia compartida- una concepción que, uno puede decir, reactiva la magia. La autora plantea que es imposible para el sujeto en el Chtulluceno concebirse desconectado de lo que existe alrededor de sí mismo, pues su existencia y significaciones son dependientes de esos enmarañados.
Esas tres claves conceptuales organizadas al final de la parte teórica del trabajo conclusivo de la maestría fueron importantes para estructurar las reflexiones realizadas desde el estudio de los resultados de la etapa de campo. Aunque no eran esencialmente variables de análisis de los procesos empíricos, ayudaron a leerlos y entender como sus contradicciones e inconsistencias indicaban complejidades no previstas por la literatura- o tal vez prevista, una vez que las autoras y autores mencionadas siempre se atentaron a las complexidades de la vida se sobreponiendo a las interpretaciones teóricas, incluso las propias suyas. Sin duda, tuvieron un rol fundamental para entender la inmensa potencia de las experiencias vividas en la urgente práctica de encontrar caminos para imaginar otras maneras de existir, habitar y cohabitar, diferentes a las derivadas en la cultura del capitalismo.
Ahora bien, a la luz de las categorías conceptuales propuestas, y posterior al trabajo de campo este artículo presenta una reflexión sobre las posibles formas de idear o imaginar existencias distantes de una cultura derivada del capitalismo, conocidas durante el trabajo de campo en el ecosistema de bibliotecas del Valle de Aburrá, cuya existencia es también identificado por instituciones públicas, como la Secretaria de Cultura de la Alcaldía de Medellín, a través del equipo del Plan Ciudadano de Lectura, Escritura y Oralidad (PCLEO), y por entidades populares, como la Red de Bibliotecas Populares de Antioquia (REBIPOA) (PCLEO, 2016; REBIPOA, 2019). Se trata de un complejo conjunto de dispositivos culturales (Duque Cardona, 2019) dónde se articulan diversas y potentes redes de relaciones, colaboraciones, solidaridad, luchas y contingencias. En el plan estratégico de 2019 de REBIPOA se plantea que:
En el Valle de Aburrá existen 48 unidades de información (dato a octubre de 2019), las cuales se despliegan en 5 municipios que son Itagüí, Envigado, Medellín, Bello y Copacabana. La mayoría de estas bibliotecas, se encuentran articuladas a través de diferentes redes y mesas de trabajo, constituyéndose estas últimas, en espacios de encuentro donde se congregan varias tipologías de bibliotecas en las zonas de Medellín, llegándose a encontrar en ellas no sólo bibliotecas de carácter popular y comunitario, sino también bibliotecas adscritas al Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín – SBPM- que son bibliotecas públicas de carácter estatal, así como bibliotecas de las Cajas de Compensación Familiar Comfama y Comfenalco, caracterizadas como bibliotecas públicas de origen privado (REBIPOA, 2019, p. 20).
Junto a las bibliotecas, también son consideradas pertenecientes al ecosistema instituciones y entidades con funciones culturales y educativas, como la propria REBIPOA, el equipo del PCLEO, o la Escuela Interamericana de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia (EIB-UdeA). Es importante anotar que más allá de la región específica del Valle de Aburrá, los dispositivos culturales conocidos en Bogotá y Cali son considerados inscritos en el ecosistema, pues si no conectados geográficamente, son profundamente vinculados en las experiencias y diálogos sembrados en este, desde servicios bibliotecarios conjuntamente realizados hasta las actividades de formación y articulación promovidas o fortalecidas por instituciones públicas.
Esta concepción del ecosistema, huyendo de limitaciones tipológicas o geográficas, buscó dar relevancia a una dimensión de vida, cambio y movimiento, considerando que en este se ubican una multitud de sujetos en constante y diversa interacción, “utilizando una diversidad de estrategias provenientes de experiencias colectivas para sacudir las hegemonías del conocimiento y buscar nuevos referentes para la Cultura” (Fellipin dos Santos, 2023, p. 101).
2. Metodología
La metodología elegida para la etapa de campo estuvo influenciada por el método etnográfico. Aunque si bien es claro que un periodo de dos meses es breve para una ejecución plena de este método, se implementaron algunos de sus elementos, sobre todo la perspectiva de hacer de la experiencia vivida el material principal para el análisis a través de una inmersión. Se experimentó y testimonió la herramienta de la escucha atenta, posibilitando una contaminación por el campo, esencial para la propuesta del estudio etnográfico (Stengers, 2017). El estudio de los fenómenos empíricos a través de la experiencia compartida entre el investigador y los sujetos de investigación, en lugar de cerrarse solamente en categorías y modelos teóricos previamente definidas, fue muy estimulado por la literatura base para las propuestas de solución comentadas arriba- incluso buscando las limitaciones de estas últimas (Haraway, 2016).
La nombrada escucha atenta fue conocida en estudios anteriores al trabajo de campo, específicamente en los procesos de mediación cultural en las bibliotecas de Medellín, se destaca el trabajo de la profesora de la EIB, Natalia Duque Cardona (2019, 2020), y posteriormente vivenciada en la experiencia del ecosistema bibliotecario del Valle de Aburrá. La escucha atenta se refiere a un ejercicio de mediación cultural de los profesionales en los dispositivos culturales, y de investigadoras e investigadores en ciencias de la información que denota la capacidad de establecer diálogos basados en la justicia epistémica, reconociendo al otro como sujeto de conocimiento y portador de saber y no como un simple receptáculo de información u oyente pasivo. La escucha, en este orden de ideas implica estar atento a lo que el otro comparte, a la relevancia de sus otras formas de atribuir significado a la realidad.
Junto a estos “principios etnográficos” y las propuestas teóricas, es necesario destacar otros dos tópicos con relación a la metodología del trabajo de campo. Primero, todas las actividades de inmersión fueron registradas a través de fotografías y notas tomadas a través de diario de campo, provenientes de los diálogos con los sujetos y comunidades. Segundo, en todas las visitas se realizó una documentación de las experiencias a través de materiales escritos y visuales, en su mayor parte físicos, pero también digitales, que relatan los procesos bibliotecarios desarrollados en el marco del ecosistema del Valle de Aburrá.
Así, metodológicamente se dio paso al análisis de la información recuperada y registrada. El diálogo entre los resultados de esas dos herramientas metodológicas para el trabajo de campo marcó la etapa analítica, en la cual se organizó y estudió detalladamente cada uno de los productos culturales del ecosistema, físicos o no, junto a las notas de las visitas en los dispositivos culturales respectivos, buscando sus aproximaciones y alejamientos en relación con el problema de investigación estudiado.
El cronograma de actividades en el campo tuvo dos ejes simultáneos. Uno, más ligero, fue el ciclo de seminarios temáticos con las profesoras y profesores de la EIB:
Esa parte de la etapa de campo fue sumamente importante, dada la extrema participación de la EIB en diversos procesos en [los dispositivos culturales], sea en bibliotecas (públicas y populares), movimientos sociales, lugares de memoria de las víctimas del Conflicto Armado, escuelas, colectivos, etc. Específicamente en el caso del ecosistema bibliotecario, es amplia la actuación de profesores e investigadores en el apoyo a todo, desde la gestión de procesos, referentes teóricos y reflexivos, hasta la construcción de políticas públicas (Fellipin dos Santos, 2023, p. 99).
El otro eje fue justamente las inmersiones en los diversos dispositivos culturales del ecosistema, repartido en dos períodos. El primero se dio entre el final de enero y el final de febrero de 2022, en el cual mayoritariamente se visitó dispositivos públicos e institucionales junto al grupo de otras dos investigadoras de la Pasantía, compartiendo cuestionamientos y reflexiones desde los respectivos temas de interés (Duque Cardona et al., 2023). El segundo se desarrolló durante todo el mes de marzo de 2022, consistente en una agenda de visitas a dispositivos de origen popular y comunitario, específicamente de REBIPOA, gracias al contacto con su equipo de gestión.3 Este ejercicio permitió conocer 25 dispositivos culturales en las voces de quienes lideran los procesos y establecer posteriormente un diálogo abierto respecto a lo expuesto. Así mismo se observaron actividades de mediación implementadas con la comunidad por el equipo de cada espacio visitado.
Si bien la metodología fue relevante, es importante anotar que existieron limitaciones en relación con el tiempo deseado y el real para un proceso etnográfico, así como las derivaciones del contexto pandémico dificultaron la recopilación de testimonios directos con grabaciones transcribirles, de tal manera que las principales referencias del trabajo final son materiales mayoritariamente escritos y creados en otras ocasiones.
Límites como los dos descritos arriba fueron apuntados como problemáticas abiertas del trabajo para tratar en futuras investigaciones. El tiempo de entrega de la investigación demandó el uso de algunas generalizaciones sobre los procesos de campo, para facilitar el sintetizar de datos y observaciones sobre fenómenos más amplios y recurrentes en la mayoría de los dispositivos del ecosistema de bibliotecas del Valle de Aburrá. Para esta necesidad, se eligió dedicar algunos espacios del texto final a fines de discutir algunas de las contradicciones internas que estas generalizaciones tenían en su materialidad de la experiencia empírica.
3. Resultados y discusión
Los resultados finales de la investigación de campo fueron organizados alrededor de tres ejes que están parcialmente relacionados con las claves conceptuales comentadas en la introducción de este artículo. Los ejes son la territorialidad, correspondiente a la profanación; el lenguaje, un trabajo muy próximo de la idea de magia; y las redes de vinculaciones como una proximidad a la propuesta de Chtuluceno. A continuación, se desarrollan los ejes iniciando con una explicación general de sus características, seguido de una reflexión en diálogo con lo conceptual, y se cierra con algunos ejemplos prácticos encontrados en el trabajo de campo.
3.1 Territorialidad
La territorialidad en el ecosistema de bibliotecas del Valle de Aburrá se refiere al principio de reconocer el territorio en el cual se ubica el dispositivo- o aquel con el cual se vincula- es la principal referencia para los procesos de animación cultural y del conocimiento. Esto significa que en lugar de promover perspectivas como el “acceso a la alta cultura letrada” o la valorización de conocimientos ya legitimados en los discursos de la racionalidad capitalista, los saberes locales y sus sujetos pasan a ser la prioridad, y en este orden de ideas se constituyen en los sentidos para la atribución de comprensiones a la realidad dadas por los sujetos. Esto contribuye a una mirada crítica a los discursos hegemónicos.
Adicionalmente, la perspectiva propia adoptada sobre lo que es el “territorio”, usualmente limitado a un criterio geográfico, no es correspondiente a lo observado en las bibliotecas. En el ecosistema este límite es más amplio, y se considera el territorio una entidad fluida que traspasa geografías, centrada en las personas y sus relaciones tejidas desde las comunidades en su rol activo por significar los procesos sociales:
Territorio entonces remite no sólo el emplazamiento geográfico, también y aún más importante, a las personas que lo habitan, sus relaciones sociales y los diversos lugares donde se encuentran viven, comparten y tienen sus afectos y conflictos, sus encuentros y desencuentros. Territorio es la gente que lo configura y establece desde lo diverso, lo heterogéneo y desigual; exige entonces reconocerlos distintos procesos de territorialización y posesión, de apropiación singular y defensa, las construcciones de identidad y arraigo, las múltiples simbolizaciones y maneras de ser y estar en la vida social y comunitaria. Implica, por tanto, el reconocimiento de la fuerza, la influencia y la acción de los agentes territoriales quienes construyen y viven la ciudad (PCLEO, 2016, p. 20).
En este orden de ideas, se destaca la comprensión de lo “heterogéneo y desigual” posterior al análisis del trabajo de campo. Históricamente, el movimiento de bibliotecas en Colombia y específicamente en la región del Valle de Aburrá está fuertemente permeado por los esfuerzos de lucha social y política de colectivos, grupos y organizaciones civiles de los territorios periféricos y vulnerados. Los mecanismos legales y las políticas públicas para las bibliotecas allá están fuertemente arraigados en los pilares conceptuales y miradas de la Cultura promovidas desde esa lucha popular (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2017; Fellipin dos Santos, 2023).
Debido a ello, estos territorios históricamente vulnerados son donde se ubican y se vinculan la inmensa mayoría de los dispositivos culturales. Se insertan en los espacios donde los sujetos victimados por las desigualdades estructurales y excluidas (marginados) de la posibilidad de disputar los discursos y significados hegemónicos, se encuentran, viven, comparten y tienen sus afectos y conflictos, sus encuentros y desencuentros. Conscientes de esta condición histórica, los dispositivos del ecosistema ponen estos sujetos “ninguneados” como protagonistas de los procesos allá generados, en un esfuerzo político de fortalecer sus subjetividades y colectividades para disputar espacios en la sociedad:
Esta orientación al ninguneado, al oprimido, al negro, la mujer, la víctima, el homosexual, el habitante de calle, el pobre, enajenado, el defensivo, el acorralado, el no disciplinado, el desconectado, el ‘anormal’, el transgenerista, habla tanto del sujeto beneficiario de la acción (el usuario) pero más que esto, habla de con quién y para quién se debe la biblioteca popular y comunitaria en el Área Metropolita del Valle de Aburrá; de allí sus métodos, manera, estilos, estéticas, lenguajes y recursos con la que quiere transformar la subjetividad o micro universo que constituye el fuero individual. Así, la fuerza de esta subjetividad (…) en la marginalidad o en condición de exclusión, es una potencia poética, artística, espiritual, testimonial que debe ser potencializada con la palabra hecha cuerpo o representada, con la memoria inscrita en los muros o en las mentes, con las huellas plasmadas en los objetos y en los caminos, con los hechos convertidos en información o con los textos hablados o escritos (REBIPOA, 2019, p. 43).
Esta mirada hasta el “territorio ninguneado” configura la relación del eje de la territorialidad con la idea de profanación. Las coordenadas simbólicas hegemónicas del capitalismo no son tomadas automáticamente como el enfoque, o el objetivo, de las dinámicas culturales desarrolladas, sino que son puestas en una relación crítica, o sea, son cuestionadas desde las coordenadas de los diversos territorios componentes del ecosistema, históricamente imposibilitados de acceder a los espacios discursivos para tal fin, y generalmente objetos de la violencia reproductora de una cultura dominante. Hay un esfuerzo profanador en el acto de sacar la hegemonía cultural de su estado de sagrado incuestionable, de dogma, y ponerla en el campo de la posibilidad de disputa justamente desde las voces empujados a las ruinas físicas y simbólicas de la sociedad capitalista; o en la reactivación de la agencia social por los sujetos y comunidades cuya la condición de “vulnerada” también tiene su aspecto sagrado, normalizado, casi como si fuera una condición natural.
El ciclo de actividades en el cual se inserta la publicación “Ando digitalizando”4 es un buen ejemplo práctico sobre esa mirada de la territorialidad:
Este es un proyecto iniciado en múltiples recorridos por el territorio por bibliotecarios y sujetos locales [usuarios de las bibliotecas], siendo los grupos recibidos por otros sujetos locales, en sus respectivos hogares, que son portadores de diferentes tradiciones de Santa Elena. En estas reuniones, fueron compartidas historias sobre el barrio y sus diferentes culturas oralmente, fueron colectados testimonios y experiencias cotidianas y registros visuales del paisaje y de la realidad rural tradicional del sector. Estos materiales fueron organizados en archivos digitales para la preservación y difusión de la memoria del territorio en la virtualidad, además de estar recopilada en una publicación con mismo nombre en formato libro, organizado a través de la Biblioteca [Pública Corregimental de Santa Elena] (incluyendo en la movilización de recursos), sobre algunas de las personas entrevistadas al largo el trabajo (Fellipin dos Santos, 2023, p. 128).
Esta iniciativa de la Biblioteca Pública Corregimental Santa Elena integró diferentes usos de tecnologías de la información y comunicación- el papel, la foto, las LEO, la internet- en una experiencia de encuentro con la comunidad a fines de sembrar y trabajar la memoria del territorio sobre sus proprias historias, significados y modos de habitar. Así siguen muchas de las estructuras de actividades realizadas en los dispositivos del ecosistema directamente en sus territorios, adaptadas a sus respectivos y diversos contextos. Hace parte de este esfuerzo de fortalecimiento de las culturas cultivadas en los espacios históricamente vulnerados y excluidos de la posibilidad de disputar la Cultura y la construcción- incluso física, por ejemplo, con publicaciones- del conocimiento.
3.2 Lenguaje
El trabajo con el lenguaje realizado en el ecosistema de bibliotecas del Valle de Aburrá implica su comprensión como una práctica sociocultural y sociopolítica con una dimensión lúdica de experimentación. Parte del principio que en la cultura hegemónica del capitalismo, este proceso fue capturado en coordenadas insuficientes, las cuales cierran las complejidades del mundo en categorías objetificantes, impositoras de una lógica supuestamente concreta, incluso al propio lenguaje. Se acaba por “reproducir el uso social instrumental [del lenguaje] (…) (ocultando su potencial transformativo de la vida cotidiana y las actuaciones ciudadanas); así como perpetuar modelos tradicionales y anacrónicos de enseñanza y mediación” (PCLEO, 2016, pp. 40-41).
La idea entonces es tomar consciencia del rol del lenguaje en el proceso subjetivo de existir y significar, en tanto, la propia experiencia. En lugar de usarlo a la manera de reproducir las formas estáticas de habitar y leer el mundo, la mirada adoptada en el ecosistema “juega” críticamente con el lenguaje, primero para sacudir los signos hegemónicos de su posición, segundo para construir otros, en un esfuerzo colectivo de los diversos otros configurados en la alteridad comunitaria, más complejos, matizados, dinámicos, constructivos de hecho, para disputar hegemonías culturales y simbólicas. Este uso no es una receta predefinida, sino que es descubierta y redescubierta constantemente en la práctica dialógica compartida intersubjetivamente alrededor de las actividades desarrolladas en los dispositivos culturales.
Si se entiende el lenguaje como una totalidad, donde acontecen la Lectura, Escritura y Oralidad -LEO-, se busca reactivar la capacidad creativa que la experiencia concreta de sujetos colectivos tiene en la disputa sobre todo lo que se tiene como existente, sus nombres, sus significados. Se incluyen aquí los sitios del territorio, reocupados por la población en nuevas perspectivas del “público” con la circulación de las LEO a los “espacios no convencionales” (PCLEO, 2016; de Almeida & Fellipin dos Santos, 2023). A través de la combinación de diversas tecnologías- el libro, la fotografía, la internet, la “realidad ampliada”- y prácticas con las LEO -la danza, la música, el teatro, el grafiti-, y siempre en una estrategia de encuentro de diferentes y diversos otros compartiendo la comunidad y la vida cotidiana, disputan los significados sobre sus propios territorios, la ciudad, la ruralidad, la violencia, la política:
En este sentido constituimos proyectos emancipatorios en los cuales la lectura y la escritura no sea instrumental ni mecánica, sino que éstas permitan la consolidación de actores sociales, partícipes en la construcción de su proyecto de vida y de ciudad; los cuales reconozcan su entorno e interpreten su contexto siendo propositivos en un escenario democrático, en donde lo público adquiera significación para la participación política. Lo anterior, implica la comprensión de la promoción de lectura como un macroproceso sociocultural que involucra diversos elementos sociales y culturales, que permita la formación de una comunidad lectora en un país y sus diferentes territorios, partiendo de la premisa de que los seres humanos no solo leemos letras, también leemos el mundo, el barrio, el cuerpo, las circunstancias, los libros artificiales y el libro natural (REBIPOA, 2019, p. 70).
Parece haber aquí una aproximación entre la mirada al el lenguaje en el ecosistema y la idea de la magia comentada anteriormente. El principio de que los sentidos atribuidos a la realidad fueron capturados en la actual configuración de la cultura a manera a volverlos estáticos, insuficientes para interpretar fenómenos complejos y responder a cuestiones estructurales, es común a ellas. Pero más allá de esto, son propuestas apuntando al esfuerzo de romper esta estática, a través de la desconstrucción y resignificación de los signos, sean ellos los referenciales de lo que es ser sujeto, el barrio, la ciudad, o también las LEO, y las diferentes y complementarias formas en las cuales se presentan a las personas. El acto de volver la práctica cultural un ejercicio compartido entre diferentes sujetos, para crear otros esquemas de significados rompiendo la objetividad en la que eran puestos, parece habitar las experiencias del ecosistema de integrar el lenguaje para recrear los sentidos del mundo desde sus territorios.
Un excelente ejemplo para ilustrar este proceso fue la pieza de teatro llamada “Requiém: el llanto de los olvidados”, realizada por la Corporación T-Asombro. Este es un colectivo ubicado en su sede en el barrio Paris del municipio de Bello, vecino a Medellín, que usa el lenguaje teatral como una herramienta de fortalecimiento del territorio y de la comunidad. Más allá de una estructura de formación, promueven actividades de escritura colectiva para creación de guiones, artes manuales para creación de los escenarios y de vestuario, trabajo con música y estructura instrumental para las piezas, como otras posibilidades. También son el hogar de la Biblioteca Comunitaria Lola Vélez, miembro de REBIPOA. En este ejemplo, es notorio como expanden muy fuertemente las dinámicas de su espacio físico hasta los diferentes espacios del barrio indistintamente de si se habita un espacio convencional.
La pieza presenta la historia de una pareja de abuelos que a menudo no recibe visitas de sus hijos y nietos. Su casa es invadida por un joven pistolero, buscado por la policía local y noticiado en el radio oído por la pareja. Este joven, a su vez, desesperado para vivir, les cuenta que solo se volvió un pistolero para practicar una venganza contra los asesinos de su propria familia. Hay entre los tres personajes un proceso de vinculación afectiva a través de la solidaridad por las dificultades del otro, sobre todo en los hechos del aislamiento de las familias respectivas y de la violencia imponiendo la propria violencia como casi un destino al joven. Al final, la policía lo encuentra y, frente a la negativa de la pareja de abuelos en entregarlo para seguramente la muerte por los oficiales, deciden por matar a todos.
Los personajes principales —la abuela, el abuelo, el joven— no son representaciones específicas de alguien, sino que se crearon para que todos los espectadores se identificaran con los tipos sociales ilustrados en la pieza. Se destacaron más sus características “típicas” y activadoras de afectos, o sea, fueron personificados, en el caso de la pareja, como posiblemente cualquier pareja de abuelos cuya familia abandona parcialmente con el tiempo, y como posiblemente cualquier joven con la vida totalmente vuelta a la violencia como resultado de una experiencia igualmente violenta, en el caso del joven. El propio territorio usado como contexto en la presentación no era un lugar específico, pero un “no-lugar”, un territorio imaginado igual a cualquier de los diversos territorios traspasados por las mismas problemáticas traídas.
Este proceso de identificación de los espectadores con los elementos de la pieza fue luego la excusa para que a través de una charla abierta con los actores y el público asistente se reflexionara de lo generado con la obra. En este momento aparecieron identificaciones afectivas, junto al comentario de uno de los asistentes sobre cómo esto fue posible gracias a la representación en la línea del “no-lugar” imaginado y vinculante. Después del vínculo creado a través del arte, es más fácil para el público imaginarse junto a los sujetos personajes, empatizar, sentir sus dolores, temer junto a ellos la aparente inevitabilidad de la violencia en sus comunidades (un efecto potenciado por la presencia factual de parte de la comunidad del barrio junta en las sillas) y, al final, chocarse y enojarse con el destino de esas personas representadas- un destino más que figurativo en periferias del capitalismo asoladas por la violencia estructural.
Este proceso, presente desde la obra hasta la discusión con el público, permite a los sujetos involucrados concretar y se apropiarse de la idea de que esta violencia no es normal (en el territorio) y no debería sucederse (allí). Este experimento camina por el Lenguaje en sus múltiples formas, desde la escritura, la lectura, el habla, hasta sus expresiones corporales en la actuación y usos de la tecnología para dar efectos escénicos, y es un ejemplo del poder de romper los límites de la representación de una realidad concreta - cuestionando qué es el territorio y por qué es vulnerable- en la cual la vulnerabilidad social se justifica por sí misma, a menudo por sus proprias víctimas, impidiéndoles pensar en futuros alternativos (y por tanto en presentes) posibles. Es por lo tanto parte de la intencionalidad de la Corporación y de la Biblioteca Lola Vélez en permitir, a través de las artes y las LEO, otras lecturas sobre su proprio contexto con el objetivo de transformarlo -la posibilidad misma de participar en estos procesos (…) también representa esta intencionalidad (Fellipin dos Santos, 2023, p. 141).
3.3 Redes de vinculaciones
Este último eje hace referencia al método en el cual los dispositivos culturales se insertan en sus territorios llevando a cabo su trabajo con el lenguaje. Es el proceso de entrada en la construcción y fortalecimiento de lo comunal desde los procesos de organización, solidaridad y articulación política. Un conjunto de esfuerzos de creación de relacionamientos interpersonales para volver el dispositivo cultural parte del territorio/ el territorio parte del dispositivo, saliendo a las calles, canchas, cuadras y esquinas, trayendo sujetos, grupos, colectivos y otros dispositivos a su propio espacio. El núcleo de esta estrategia es movilizar afectos para vincular los sujetos del dispositivo y los del territorio, junto a sus espacios, a través de lazos de amistad, confianza, respecto, escucha, a veces hasta amor.
Uno de sus aspectos es la estrategia de extensión bibliotecaria, definida en algunos materiales del aparato público/institucional del ecosistema. En una mirada pragmática, nombra así el proceso de llevar los servicios de la biblioteca (o del dispositivo) a los espacios convencionales y no convencionales para la promoción de las LEO en los territorios. Están incluidos aquí desde la realización de oficinas, talleres, piezas, seminarios, hasta la circulación de los materiales usualmente guardados en el propio dispositivo. El objetivo mayoritario es llegar a los sujetos imposibilitados de venir a la biblioteca (María & Vasco, 2013; Red Nacional de Bibliotecas Públicas, 2013).
Pero solo este aspecto no comprende toda la complejidad de las redes de vinculaciones, aunque la salida al territorio para contactarse con los sujetos y establecer los lazos es un acto nuclear para que los dispositivos se inserten en la vida de sus comunidades. La dimensión afectiva, eso es, la posibilidad de relacionarse con muchos otros diferentes a nivel personal y comunitario, es fundamental para entender cómo esos procesos bibliotecarios adentran y se conectan con sus territorios y “a las personas que lo habitan, sus relaciones sociales y los diversos lugares donde se encuentran viven, comparten y tienen sus afectos y conflictos, sus encuentros y desencuentros” (PCLEO, 2016, p. 20). Las “cadenas de afectos” son herencias de la resistencia de los movimientos populares (y sus dispositivos culturales, sobre todo aquellos que cumplieron una función de refugio), evidenciada en la literatura en su rol, en el pasado y en el presente, una protección colectiva para la vida (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2017).
Los enmarañados de vinculaciones circulan a través del ecosistema casi como la estructura fundamental. A un nivel de “no personas”, como las instituciones, entidades civiles y los propios dispositivos (públicos o populares), por ejemplo, hay esta compleja articulación entre sus agentes, entre la EIB, REBIPOA y/con sus miembros, el Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín (SBPM), la Red Nacional de Bibliotecas Públicas (RNBP), dispositivos de otros municipios del Valle de Aburrá y otros más. Se realizan eventos públicos, debaten y se articulan en el trabajo con las políticas públicas (desde y para las bibliotecas hasta para los propios territorios con las mesas barriales locales), difunden conocimiento sobre sus actuaciones a través de seminarios e congresos, y producen estudios sobre la cultura y la vida de las comunidades (Corporación Cultural y Biblioteca Sembrando Futuro et al., 2016).
En la práctica bibliotecaria directamente en los territorios, esta actuación en red igualmente es parte esencial del trabajo, y también es donde está más evidenciada la dimensión afectiva (REBIPOA, 2019). El contacto del equipo de los dispositivos culturales no se resume a una transmisión de conocimiento y productos culturales previamente legitimados de un portador hasta un oyente “vacío”. Establecer posiciones de diálogo equiparables es el punto de partida. La escucha y la atención son compartidas entre los sujetos involucrados en la práctica cultural, desde el cual pueden sembrar lazos de confianza, respeto, amistad, y solidaridad con las profundas dificultades interpersonales y colectivas de la vida en las periferias del capitalismo. Esto permite alcanzar otros discursos, cuestionar el orden de las cosas en el mundo sin la sobreposición de la hegemonía de la cultura sobre los saberes locales históricamente apagados, sino generar una creación fusionada- e impulsada en el trabajo con el lenguaje- por el vínculo entre esos diferentes y diversos sujetos.
Es a partir de este camino afectivo donde se encuentra la consolidación de la relación entre bibliotecas y bibliotecarios con sus respectivos territorios y sujetos. Del estímulo del contacto interpersonal entre diferentes, no sólo fomentando la lectura, la escritura y oralidad, pero utilizando efectivamente las LEO para establecer un diálogo marcado por una escucha atenta, capaz de crear vínculos de empatía, confianza (tan necesario para que el ecosistema funcione, especialmente en la ejecución de políticas públicas) e incluso la amistad. Un proceso en el que la unidireccionalidad de la transmisión de conocimientos del bibliotecario al usuario puede transformarse, en la medida en que ambos (y especialmente el transmisor tradicional en esta dinámica) abrazan la posibilidad de estar mutuamente “contaminados”, crear algo a partir de esta intersubjetividad-otra lectura del territorio, otra perspectiva bibliotecaria, quizás otro mundo posible (Fellipin dos Santos, 2023, p. 164).
Este aspecto de las redes de vinculaciones como dinámica esencial del ecosistema para llegar al territorio y trabajar el lenguaje puede ser discutido con relación a la propuesta del Chtulluceno de Haraway (2016). Primero, por haber una preocupación común con relación a las dinámicas de la cultura del capitalismo en la imposición de una lógica objetiva para la vida, y como este proceso crea la condición de vulnerabilidad a sus periferias. Segundo, por la iniciativa de reconstruir la convivencia en comunidad a través del establecimiento de redes y enmarañados colectivos con fuerte carácter afectivo, a partir de la atención a las divergencias y contradicciones posibles de la experiencia compartida por sujetos conectados al mundo alrededor de sí mismos.
No se trata aquí de una tentativa de describir el concepto de Haraway desde las experiencias del ecosistema. Lo que se quiere es mostrar como los procesos bibliotecarios no limitan sus logros a una lógica legitimada en los discursos hegemónicos para la transmisión del conocimiento y promoción de la cultura. La fuerza y posibilidad de actuación del ecosistema se ubica en la intensa construcción, por sus sujetos actores desde sus diferentes espacios, de diversos tipos de lazos basados en el comprometimiento afectivo con los otros, o sea, con las personas con quien comparten los territorios en sus más diversas concepciones, no en una funcionalidad específica. Así logran sembrar miradas alternativas sobre la realidad y sus problemáticas, de modo que puedan sacudir las estructuras de los discursos de poder.
El hecho es que esta estrategia es tanto una forma de esquivarse de las limitaciones de recursos espaciales de las bibliotecas del ecosistema, como forma de fundamentar su existencia a su propio territorio. Imaginar tu propio territorio como una biblioteca, como Lugar de acceso, creación y disputa de la Cultura, donde un parque puede ser un libro, una plaza puede ser una sala de lectura, un patio puede ser una sala de talleres, y sujetos, bibliotecas. Pero también imaginar la biblioteca como territorio, espacio de la vida cotidiana, articulado con otros Lugares de Cultura, con escuelas, asociaciones, cooperativas, colectivos, con el barrio, con la gente apropiándose de él. Posicionarlo como un punto de enmarañado relacional y afectivo, entre sujetos y con el territorio, y desde allí enunciar la Palabra y las LEO (Fellipin dos Santos, 2023, p. 168).
Aquí se puede volver al ejemplo de la Biblioteca Pública Corregimental Santa Elena para comentar en la práctica el proceso del establecimiento de redes de vínculos como medio de actuación del dispositivo. Nuevamente sobre el ciclo de actividades de la publicación “Ando digitalizando”, queda más claro ahora, a la luz del eje discutido en esta sección, en qué términos se dieron los recorridos (estrategia de extensión bibliotecaria) por el territorio y la recepción en los hogares de los otros sujetos locales. Las actividades no iban a desarrollarse funcionalmente sin el proceso de relacionamiento entre las personas involucradas en el proceso. Para colectar saberes, conocimientos y memorias, un diálogo basado en la escucha atenta se muestra fundamental. Para invitar al trabajo con las LEO- y la producción de materiales-, la confianza y el respeto de los individuos a quienes se intenta volver protagonista de la cultura y vincular al dispositivo.
Además, la capacidad de tejer redes de soporte y solidaridad es fundamental para la Biblioteca Santa Elena por otra razón. Como pasa con la parte más grande de las Bibliotecas Públicas que no siguen la arquitectura de Parques Bibliotecas, e igualmente con las Bibliotecas Populares, la estructura de este dispositivo es físicamente pequeña, y ubicada en el antiguo espacio de una escuela pública en el sector central del barrio.5 Comparte la plazoleta central con otra escuela y la Casa de Cultura Santa Elena, un centro cultural con infraestructura más amplia. Como sus vecinos inmediatos, la colaboración entre esos espacios es de importancia primaria, tanto para traer un tipo de público muy relevante para la política pública de las bibliotecas (niños, niñas y jóvenes en edad escolar) como para ejecutar actividades con equipamientos culturales presentes solo en la Casa de Cultura- como cocinas, aulas de danza o auditorio.
Tal colaboración es propia de una red establecida, es constante y demanda la escucha atenta y una vinculación afectiva interpersonal. El trabajo conjunto con el equipo de la Casa de Cultura se vuelve más sinérgico a través del diálogo. E igual la amistad con los niños y trabajadores de la escuela facilita la generación de una voluntad de acercarse a la biblioteca como espacio cotidiano. Esta estrategia funciona no sólo para sus vecinos más próximos, sino que es utilizada para permitir a la Biblioteca Santa Elena caminar por el corregimiento, conectar las personas a sus dinámicas y la biblioteca a la propia cotidianidad. Es importante anotar que Santa Elena es un corregimiento rural de Medellín, un espacio con tradiciones campesinas del Valle de Aburrá, como la Manifestación Cultural Silletera. Y en este orden de ideas, las redes son esenciales para que la biblioteca camine por el territorio y se inserte en la comunidad, apoyando activamente su proceso de fortalecimiento.
Los tres ejes descritos arriba son, sin duda, procesos muy complejos en la múltiple variedad de caminos que siguen las dinámicas del ecosistema bibliotecario. En el texto final correspondiente a la Tesis de Maestría, fue posible discutir tales dinámicas de manera más matizada, trayendo otros ejemplos en detalles para apuntar su diversidad de experiencia. Pero también, como se mencionó en la sección de la metodología, se eligió registrar algunas de las contradicciones y contingencias internas del funcionamiento del ecosistema. A continuación se comentan algunas, antes de cerrar con las conclusiones.
Una de las contradicciones encontradas tiene que ver con el conjunto de dificultades respecto al trabajo en las bibliotecas y dispositivos populares. Originadas en general por la articulación de ciertos grupos locales a los territorios para crear y mantener tales espacios culturales, las bibliotecas no se escapan de las vulnerabilidades (infra)estructurales. El trabajo en esos dispositivos culturales es casi siempre de carácter voluntario, con lo cual el equipo bibliotecario tiene otras ocupaciones, distribuyendo su tiempo personal, familiar y laboral con la biblioteca. Así mismo los costos de funcionamiento son en general por donaciones.
Los anteriores hechos son obstáculos a un movimiento que históricamente ha sido protagonista en una serie de logros para la mejora de la calidad de vida en los territorios, incluso junto al poder público. De hecho, la propuesta de inserción de las bibliotecas populares en el presupuesto ordinario de Medellín aún no ha ganado fuerza en la alcaldía (Fundación Ratón de Bibliotecas, 2016), sin embargo, hoy día se busca la formulación de un acuerdo municipal que cobije y salvaguarde esta tipología bibliotecaria.
Otra contradicción se relaciona con la entrada de los Parques Bibliotecas en los territorios. En diversos momentos de las visitas en esos espacios, fue evidenciado por los equipos como había una barrera estética-arquitectónica que dificultaba la vinculación con los sujetos de sus territorios. Históricamente vulnerados y excluidos de la posibilidad de ocupar espacios de infraestructura y arquitectura rica de recursos y servicios culturales, la posibilidad contraria, o sea, de usar y apropiarse de tales espacios, no fue de aceptación inmediata. Frente a infraestructuras tan “inusuales” a las comunidades, incluso físicamente, se levantaron dudas como su gratuidad , las formas de comportamiento referidas a un código de vestuario y formas de comportarse, hasta la pregunta por frecuentar una biblioteca cuya función podría ser solo el préstamo de libros y lectura silenciosa individual.
Estos dos ejemplos permiten identificar complejidades a las generalizaciones de los procesos del ecosistema.
Conclusiones
Aunque sea muy importante destacar la evidente complejidad de dinámicas realizadas en el ecosistema, analizando sus contradicciones internas y problemáticas aún no resueltas, al final del trabajo de campo, del estudio de los materiales colectados y notas tomadas, se consideró necesario puntuar algunas conclusiones sobre sus logros concretos. Como se mencionó anteriormente, no hay flaqueza en el hecho de que propuestas de experiencias de resistencia cultural tejidas por los dispositivos no respondan a todas las cuestiones puestas por la nombrada crisis expresa en la apropiación capitalista de la información, en contextos globales. Se observa una potencia inmensa en la capacidad de producir aportes pertinentes y nada simplificados al proceso de romper las hegemonías de la cultura, mientras se convive con condiciones turbulentas. En el tema de dichos logros, se cierra este artículo trayendo reflexiones sobre ellos, alrededor de cada eje utilizado para analizar fenómenos experimentados en el campo.
Primero, sobre la territorialidad, puede comprenderse como una estrategia y/o enfoque con fines de posicionar territorios y sujetos vulnerables, históricamente excluidos de los discursos hegemónicos y su disputa, en condiciones de agentes del proceso de construcción de la cultura. Al volver las comunidades el punto focal para desarrollar los dispositivos y sus actuaciones, su cronograma, temas, actividades etc., se hace posible que memorias y saberes locales no sean automáticamente sobrepuestas por hegemonías culturales y tengan alguna posibilidad de resistir y existir frente a un capitalismo esforzado en apagar diversidades y neutralizar diferentes. En un campo discursivo, y en un campo de la praxis política, donde los dispositivos sirven para la articulación de diferentes colectividades en las regiones donde están ubicados.
Segundo, con relación al trabajo con el lenguaje: una dificultad teórica para animar culturas alternativas y críticas a la hegemonía puede ser el reto de hacerlo sin reproducir muchos de sus mecanismos de atribución de significados al real. Un ejemplo hipotético podría ser animar lecturas y escrituras desde los territorios aislándolas, trabajándolas apartadamente, incluso sus formas textuales, sin considerar como se presentan de manera muy híbrida y diversa, o sin considerar el rol fundamental ejercido por la oralidad en la cotidianidad. La propuesta de caminar con las LEO y sus diversas posibilidades, sin la preocupación de dedicarse específica y definitivamente a una sola, es un excelente insumo creativo para integrar campos distintos del conocimiento en estrategias correspondientes a la complejidad de la experiencia del real.
A través del esfuerzo creativo, lúdico y experimental realizado con el lenguaje en el ecosistema, es que se logra romper la barrera puesta por la mirada positivista del conocimiento. Expresiones culturales alternativas a las hegemonías, integrando audiovisual, pinturas, grafitis, rap, actuación teatral, poesía, libros y danza, mientras abrazan su origen popular/comunitaria/territorial, disputan la legitimidad de los discursos dominantes y sus lecturas y significados sobre el territorio, sobre la ciudad y lo que es ser una ciudad, sobre el país, Latinoamérica y el mundo. Más allá, la compleja matización propuesta en el ejercicio del lenguaje totalizado tiene fuerza de apuntar como esos discursos dominantes han producido conocimientos simplificados, generalizantes y excluyentes sobre realidades extremamente complejas
Tercero, la fundamentación del ecosistema de bibliotecas del Valle de Aburrá en la construcción de redes de vinculaciones. Este proceso pasa por la posibilidad tanto de crear relaciones fuertes entre los dispositivos, los sujetos y la cotidianidad de sus territorios, como el difícil trabajo de vincular el ejercicio de crear cultura y conocimiento, históricamente hecho en términos objetivos y mecanizados, a una dimensión afectiva-emocional-subjetiva. La actuación de las bibliotecas y otros espacios no se enfoca en la cantidad de libros y cuantos pertenecen a los cánones, la cantidad de computadoras, salas, películas y objetos tecnológicos. El enfoque está en la posibilidad de compartir en comunidad el ejercicio de pensar el mundo, expresarse sobre y cohabitar en él, y desde eso buscar maneras para mejorar cualitativamente las vidas individuales y colectivas- algo ya logrado parcialmente en la historia de las periferias del Valle de Aburrá a través de las “cadenas de afectos”.
En el tiempo presente de profundas crisis en el régimen del capitalismo y la posibilidad muy cerca de su imposibilidad por la llegada del Antropoceno, la busca por otras maneras de existir y habitar el mundo, otras coordinadas políticas, otras lecturas de territorios, de la naturaleza y de la historia, hay sido una tarea cada día más inaplazable. Procesos como los investigados en el campo tienen la potencia de cuestionar significados, crear y fortalecer comunidades. La investigación del ecosistema del Valle de Aburrá evidencia la importancia para la academia, en especial a la bibliotecología y ciencia de la información, y para la sociedad en seguir estudiando y fortificando dinámicas como las analizadas, para atender a las urgencias de nuestro tiempo desde las voces y cuerpos que resisten al fin del mundo.
Referencias
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Notas
https://issuu.com/areadeculturadigitalbibliotecasanta/docs/cuadernillo1
Recepción: 17 Abril 2024
Aprobación: 12 Agosto 2024
Publicación: 01 Abril 2025