PC Palabra Clave (La Plata), octubre 2024 - marzo 2025, vol. 14, núm. 1, e234. ISSN 1853-9912
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Departamento de Bibliotecología

Artículos de temática libre

Las marcas de procedencia en los libros de Procesa Sarmiento, como vestigios de la educación del siglo XIX en Argentina y Chile

Elina V. Castro

Casa Natal de Sarmiento - Museo y Biblioteca, Argentina
Cita sugerida: Castro, E. V. (2024). Las marcas de procedencia en los libros de Procesa Sarmiento, como vestigios de la educación del siglo XIX en Argentina y Chile. Palabra Clave (La Plata), 14(1), e234. https://doi.org/10.24215/18539912e234

Resumen: Procesa Sarmiento (1818-1899) fue una de las primeras mujeres argentinas que, durante la segunda mitad del siglo XIX, ejerció sus oficios de artista y educadora en Argentina y Chile. Actualmente su obra de enseñanza es una faceta de su vida poco explorada. El objetivo del presente estudio de caso es analizar cualitativamente el sentido de las marcas de procedencia en los libros de su biblioteca privada y de su esposo, Benjamín Lenoir, colección heredada por sus hijas Sofía y Victorina, y que con los años pasó a constituir parte de la biblioteca de la Casa Natal de Sarmiento (San Juan, Argentina). El paradigma indiciario (Ginzburg, 1994) invita a reflexionar sobre estas trazas visibles en los volúmenes para elaborar ciertas hipótesis sobre el reconocimiento personal pretendido por sus dueños o sus herederos. Analizamos cómo el contexto de custodia de estos libros actúa sobre la relevancia cultural que adquieren a partir de su incorporación en los acervos públicos. En este sentido, aquellas inscripciones funcionan como huellas indéxicas de los sucesos entre siglos. Como conclusión, observamos que este acervo bibliográfico, que funcionó como instrumento de educación, nos ofrece una vía privilegiada de acceso a las vidas privadas y a la memoria de sus propietarios, como así también una posibilidad de reconstruir indicialmente aspectos clave del momento histórico en que circularon estos volúmenes.

Palabras clave: Procesa Sarmiento, Educación, Biblioteca privada, Marcas de procedencia, Bibliografía material, Argentina.

Provenance marks in the books of Procesa Sarmiento, as vestiges of 19th century education in Argentine and Chile

Abstract: Procesa Sarmiento (1818-1899) was one of the first Argentine women who, during the second half of the 19th century, practiced her professions as an artist and educator in both Argentina and Chile. Currently, her educational work is an aspect that has received limited analysis. The objective of this case study is to analyze qualitatively the meaning of the provenance marks on the books of her personal library and that of her husband, Benjamin Lenoir, a collection inherited by her daughters Sofia and Victorina, which over the years became part of the Casa de Sarmiento library (Sarmiento’s House library) (San Juan, Argentina). The indexical paradigm (Ginzburg, 1994) invites us to reflect on these visible traces in the volumes in order to elaborate certain hypotheses about the personal recognition intended by their owners or their heirs. On the other hand, we analyze how the context of custody of these books acts on the cultural relevance they acquire from their incorporation into public collections. In this sense, those inscriptions function as indexical traces of the events between centuries, also offering provisional data on the history of the personal and public library, and the possible path of the texts. In conclusion, we note that this bibliographic collection, which functioned as an instrument of education, offers us a privileged access to the private lives and memories of its owners, as well as the possibility of reconstructing key aspects of the historical moment in which these volumes circulated.

Keywords: Procesa Sarmiento, Education, Private library, Provenance marks, Material bibliography, Argentina.

1. Introducción

Entre los múltiples aspectos a analizar de la historia de la Biblioteca de la Casa de Sarmiento está la constitución de sus colecciones. Los primeros registros administrativos (acta e inventario) nos traen a la luz la nómina de títulos que la voluntad de sus donantes dispuso para constituir esta biblioteca del Estado nacional. En el año 1911, para la época de la fundación del Museo Histórico y Biblioteca Sarmiento, su primer director, Remigio Ferrer Oro, remitió al Ministro de Justicia e Instrucción Pública Nacional un inventario que daba cuenta de las colecciones primigenias. Su denominación era“Acta de toma de posesión de la casa en que nació Sarmiento, y de donaciones de las señoras Sofía L. de Klappenbach y Victorina L. de Navarro, labrada el 9 de abril de 1911” (Ferrer Oro, Klappenbach & Doncel, 1911), incorporado en el año 2022 a la colección del archivo. Esta fuente describe las primeras colecciones de libros obsequiadas por las hijas de Procesa Sarmiento, Sofía Lenoir de Klappenbach (1851-1933) y Victorina Lenoir de Navarro (1853-1925). Constituye un documento inédito que certifica la incorporación de la biblioteca privada de la familia Sarmiento a los acervos públicos, con un total de doscientas once obras. El segundo conjunto de instrumentos administrativos y complementarios, un “Inventario de libros donados” y un “Inventario de Libros”1 (Castro, 2021), contiene la nómina completa de títulos en estudio y fueron elaborados entre los años 1911 al 1919. Por último, encontramos el “Libro de Auténticas” (Lenoir de Klappenbach, Klappenbach, Fontana & Marín Ibáñez, 1919), donde años más tarde, hija y nieta de Procesa Sarmiento volvieron a ratificar esas primeras donaciones.

Ahora bien, sobre un total de doscientos once títulos de la colección bibliotecaria general (López Yepes, 2004) registrada en el año 1911, fueron elegidos deliberadamente para este trabajo catorce (14) volúmenes que poseen un superlibris como peculiaridad,2 que permite individualizar los títulos a simple vista. Esta marca contiene la leyenda: Colegios de San Juan y de Santa María dirigidos por Benjamín Lenoir y Procesa Sarmiento en Copiapó. Estos volúmenes, que integran las colecciones especiales de la biblioteca, serán estudiados aquí como documentos. Es posible también trazar el recorrido de los volúmenes iniciado en Francia, hasta llegar a Chile y luego a la Argentina. Se trata de impresos que fueron utilizados para la enseñanza en la segunda mitad del siglo XIX, libros que sobrevivieron a la travesía de cruzar la Cordillera de los Andes, en viajes a lomo de mula, y que registraron la hazaña de tiempos pretéritos en arduos desplazamientos humanos. Son textos que forman parte de la historia de la educación trasandina, objetos culturales de considerable valor para sus propietarios y que conformaron una colección privada. A la fecha estos libros exhiben ciertos rasgos que funcionan como indicios de sus usos y de su significación para la historia de la educación, como así también de la propia biblioteca. ¿Es posible que a través del análisis de las marcas de procedencia de los libros accedamos a las vidas de sus propietarios y a parte de la historia del libro? A partir de estas marcas, ¿qué otros aspectos de la historia de estos ejemplares podemos dilucidar?

Las bibliotecas privadas (Aguirre & Salvatore 2018; López Yepes, 2004) responden a la voluntad de sus creadores y adquieren relevancia social cuando su propietario pasa a ser una personalidad destacada dentro de la historia local o nacional (Medan, 2016). Nos referimos en esta ocasión a los libros de Procesa del Carmen Sarmiento (1818-1899) y de su esposo, Jean Michel Benjamín Lenoir (1804-1879) (Maurín de Cabrera, 2014), sujetos de reconocida trascendencia histórica que participaron activamente en los ámbitos públicos y privados ligados a la política educativa del siglo XIX. A la fecha, esta biblioteca privada, probablemente, sea el único testimonio físico sobre los acontecimientos educativos transcurridos en Copiapó, Chile, en el siglo XIX. Sucesos desarrollados en un espacio público, vecinal y familiar (Guerra & Lemperiere, 2013). Nuestro análisis pone especial énfasis en la vida de la educadora argentina, Procesa Sarmiento, mayormente reconocida por su faceta de pintora.

El marco teórico para el análisis de las tipologías de las marcas de procedencia bibliográfica de los libros, tiene como base los aspectos de la bibliografía material de Pinheiro (2009), Álvarez Márquez (2011), Cataldo de Azevedo, (2020), Pearson, Cataldo de Azevedo, Ferreira Martins, Bibas & Henrich (2022). De este modo, los superlibris, los exdonos, la etiqueta del librero y las marcas de inventario son el universo de variables en análisis. ¿Los libros y sus marcas operan acaso como evidencia? Este aspecto nos lleva a la encrucijada de su análisis histórico a partir de la existencia del objeto/testigo y su huella como signo indéxico de una ausencia, de lo que ya no está presente, pero dejó una marca, un trazo a partir del cual quizás pueda reconstruirse un todo (Rufer, 2016). Desde esta perspectiva se plantean una serie de interpretaciones provisorias realizadas sobre la base de la biografía de sus propietarios, la materialidad del libro y la historia de la biblioteca estatal entre los siglos XIX y XX.

2. La vida de Procesa Sarmiento, sus años en Chile

Acerca de la trayectoria de Procesa en la historia de la educación en Argentina y Chile aún quedan muchos interrogantes por responder. Más allá de la trascendencia internacional que adquirió Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), parte de su familia directa y sus descendientes, más su rama política, dieron continuidad y apoyaron su obra estratégica de enseñanza y educación popular. En este caso, de la mano del magisterio y la impronta femenina, el ideario educativo tuvo sus inicios en el seno de la familia Sarmiento Albarracín. En un principio, las hermanas Paula, Bienvenida, Rosario y Procesa adquirieron las habilidades de la lectura y la escritura a partir de la enseñanza intrafamiliar que, a la vez, fue transmitida a su descendencia mediante las mismas prácticas. Domingo Faustino niño ejerció una didáctica precoz, impartiendo lecciones a sus hermanas. Procesa fue una de las más hábiles aprendices, con un gusto propio por el dibujo (Maurín de Rufino, 2023). Esto fue posible gracias a que Domingo Faustino desarrolló de muy pequeño, influenciado por su padre y por su tío, Clemente Sarmiento y José de Oro, el hábito de aprender lecciones y recitarlas de memoria. A la edad propicia asistió a la Escuela de la Patria, donde obtuvo su educación elemental de la mano de su maestro Fermín Rodríguez. Luego, el mismo Domingo Faustino, relatará que toda la familia se reunía alrededor del brasero para el aprendizaje de las lecturas (Sarmiento, 1850). A partir de allí, no hubo otro tipo de enseñanza formal a la que acudiera ningún otro miembro de esta familia.

La educación de la mujer sanjuanina se realizaba mayormente en el hogar. Sin llegar a ser una práctica generalizada, se combinaba con trabajos manuales como tejidos, bordado y costura. Las mujeres tuvieron siempre a su cargo las dispensas del hogar (cocina, lavandería, cuidado de niños y enfermos), como actividades propias del género. Respecto de su situación social, puntualmente en tanto sujetos productores de bienes y servicios, su trabajo fue a destajo, por lo que las mujeres sanjuaninas carecieron de mayores permisos sociales. Afianzadas a lo largo del tiempo, estas prácticas muy poco cambiaron pasada la primera mitad del siglo XIX, con la llegada de los trabajos de corte administrativo conocidos como de cuello blanco (Sánchez, 2016).

Para referirnos a Procesa y a la periodización de su vida y su obra, como artista y pintora, Clavel (2018) nos ofrece un punto de partida para el análisis. En cuanto a su desempeño docente y a la formación de su colección de libros, tomaremos las líneas planteadas por las autoras Maurín de Cabrera (2014) y Maurín de Rufino (2023), descendientes de Procesa. Hacemos esta aclaración dadas las divergencias biográficas que presentan las fuentes históricas consultadas como principales referencias, entre ellas: Figueroa (1900), Udaondo (1938),3 García Falco (1940), Guerrero (1960), Sosa de Newton (1967, 1972), Cabrera (2015), Clavel (2018), Capone (2023), Maurín de Cabrera (2014), Maurín de Rufino (2023) y Chile. DIBAM. Museo Nacional de Bellas Artes (s.f.)

El primer antecedente de enseñanza en la vida de Procesa se vincula con la fundación del Pensionado Santa Rosa de América, entre los años 1839-1841, colegio creado por Domingo Faustino en la provincia de San Juan donde sus hermanas desempeñaron un rol preponderante. En esta escuela de niñas Bienvenida ocupó el cargo de subdirectora. Procesa y Rosario, ambas muy jóvenes, tuvieron una doble participación como docentes y alumnas. A la vez que dirigían algunos cursos fueron pupilas en instancias superiores, más allá de no haber cursado ninguna escolaridad sistematizada fuera del hogar.

Transcurridas las convulsiones políticas del año 1841, durante la gobernación de Nazario Benavidez, la familia de Procesa emigró a Chile acompañando el exilo de D. F. Sarmiento. Viajaron doña Paula Albarracín y Clemente Sarmiento, Bienvenida (la maestra), Rosarito (la bordadora), Procesa (la artista) y Faustina (la chilenita) (Campobassi, 1975). Se establecieron en San Felipe de Aconcagua (provincia de Aconcagua),4 donde abrieron la escuela a la que llamaron Colegio de Señoritas Santa Rosa de América, que sería conocido como la escuela de las Sarmiento, de gran importancia (Maurín de Rufino, 2023). Ese establecimiento para la educación de las niñas chilenas fue una institución semejante a la escuela sanjuanina. Las mujeres de la familia ofrecieron sus servicios para la enseñanza, con lo que cubrieron su sustento diario. Esta sería la segunda experiencia de Procesa como educadora; en este caso, en el país vecino.

Así dio inicio la segunda etapa en la vida de Procesa, desde el año 1842 a 1856 (Clavel, 2018), período coincidente con su formación como artista dentro de la Escuela Cuyana de pintores argentinos a cargo del francés Raymond A. Q. Monvoisin (1794-1870) en Santiago (provincia de Santiago). "En Chile, fue proverbial su actuación, en su doble aspecto: de educación y pintora", señala al respecto Guerrero (1960, p. 175).

En una de las obras biográficas del momento, de autor chileno, ocupan un lugar destacado las vidas de dos de las hermanas Sarmiento, Bienvenida y Procesa.

Bienvenida Sarmiento: Educacionista… Se trasladó a Chile en 1841, huyendo de la persecución del gobernador Benavides. Establecida en San Felipe, fundó un Colejio [sic] para señoritas, el cual dirijió [sic] durante varios años. La enseñanza de todos los ramos se distribuia [sic] entre él i [sic] su hermana doña Procesa Sarmiento, dando de este modo al establecimiento un prestijio [sic] que no ha tenido ningun [sic] otro colejio [sic] en esta provincia. Durante un periodo de doce años, permaneció al frente del establecimiento de educación, que se llamaba popularmente el Colejio [sic] de las Sarmiento, despues [sic] de cuyo tiempo volvió [sic] a su pais, [sic] a continuar su obra de educación [sic] de la juventud…
Procesa Sarmiento: Artista pintora. Oriunda de San Juan, República Argentina, era la hermana menor del ilustre educador. Vino a Chile en 1841 i [sic] hasta 1853, dió [sic] lecciones en el Colejio [sic] de Señoritas dirijido [sic] por su hermana Bienvenida en San Felipe. En 1845 se trasladó a Santiago a estudiar la pintura bajo la dirección del pintor frances [sic] M. Raimundo Monvoisin, siendo una de sus mas distinguidas i [sic] aventajadas discípulas. En 1848 se distinguia [sic] como retratista. Unida en matrimonio con M. Benjamin Lenoiv [sic], fundó un Colejio [sic] en Santiago en 1854 i [sic] despues [sic] otro establecimiento educativo en Copiapó. Más tarde se dirijió [sic] a Mendoza i [sic] habiendo perdido a su esposo en esa ciudad argentina… (Figueroa, 1900, p. 207).

Hacia 1845 parte de la familia regresó a San Juan. Domingo Faustino inició su misión política con sus viajes por América, Europa y África. Procesa permaneció en Chile y continuó su formación con Monvoisin. Hacia 1851 contrajo matrimonio con Benjamín Lenoir, ingeniero politécnico francés a quien Sarmiento conoció por sus artículos en la prensa chilena, y acabó siendo su amigo. El matrimonio se llevó a cabo en Yungay (Maurín de Cabrera, 2014),5 y al poco tiempo Procesa y Benjamín se trasladaron a Santiago (provincia de Santiago) y fundaron un colegio.

Lenoir, quien se dedicó al trabajo de ensayista para la explotación minera, tuvo que abandonar esta labor por un accidente acaecido en las minas, del que resultó prácticamente inhabilitado. No obstante, pudo ejercer al menos mínimamente la docencia en Chile. Fue conocido como “profesor de humanidades, catedrático, en el colejio fundado por su esposa, que más tarde estableció un colejio en Copiapó” (Figueroa, 1900, p. 123). Así lo refiere Maurín de Rufino (2023, p. 60):

El 15 de marzo de 1851,6 al mes del enlace de la pareja, Procesa y Benjamín, bajo la firma de "Lenoir-Sarmiento hermanas", abrió el Colegio de Pensionistas de Santa Rosa, en la Calle de la Merced 120, de Santiago, en la espaciosa casa de Doña Juana Toro de Vicuña.

Este establecimiento, cuyo diseño también fue similar al de la escuela sanjuanina, fue el segundo colegio fundado en Chile, y allí tuvo Procesa su tercera experiencia registrada como institutriz. Según relata Maurín de Rufino (2023), para ese tiempo el colegio ubicado en Santiago comenzó a perder alumnas y debió cerrar por la desaceleración económica del puerto de Valparaíso, como también por la agitación política entre pelucones y pipiolos, en las elecciones presidenciales.

De ahí se conoce que Procesa se traslada a Yungay (provincia de Ñuble), y ese año el matrimonio Lenoir Sarmiento recibió la llegada de su primera hija, Benita Paula Sofía Catalina Lenoir Sarmiento, un 25 de noviembre de 1851. Luego, precisamente un año después, el 24 de enero de 1853, recibieron a la menor de sus hijas, Paz Filomena Petrona Victorina Lenoir Sarmiento (Maurín de Rufino, 2023).

La tradición oral de las descendientes de ella, indican que la familia Lenoir Sarmiento regresó a Argentina en el año 1855, pero en un breve periodo emprendieron nuevamente su retorno a Chile (Maurín de Cabrera, 2014).

En el año 1857 Procesa quedó temporalmente a cargo de su familia, ya que su esposo se trasladó por un tiempo acotado a su país natal, Francia. Lenoir “visitó establecimientos educacionales…donde encargó el envío de libros de textos para sus colegios” (Maurín de Cabrera, 2014). A su regreso, en Chile, Lenoir se instaló en Copiapó nuevamente en búsqueda de oro. No obstante, se dedicó a la enseñanza para hacer frente a sus responsabilidades familiares, sin mayores éxitos. Todo esto, según la carta que Lenoir le envió a Procesa en 1859 (Maurín de Rufino, 2023). En un corto lapso de tiempo, ella y sus hijas se trasladaron a Copiapó (provincia de Atacama). Lenoir continuó con sus profundos anhelos de encontrar oro. Juntos fundan un nuevo colegio, siendo la última experiencia de enseñanza de Procesa en el vecino país:

Allí instalaron Procesa y Benjamín una institución que llamaron "Colegio de San Juan y Santa María", donde él enseñaba ciencias, y Procesa castellano y arte. Como no existían libros en castellano, para la enseñanza de las distintas ciencias llevaban y usaban libros franceses. Alguno quedó en la biblioteca de Victorina… El colegio, que al principio había tenido una buena acogida en la sociedad chilena, que valoraba sus méritos y estimaba sobremanera, se vio afectado por la crisis. Se fue despoblando lentamente. Su situación era en extremo dificultosa (Maurín de Rufino, 2023).

En esta época, entre 1857 y 1859, es factible que diera inicio la formación de la colección de libros, objeto de estudio de la presente investigación. Cabe mencionar que Udando (1938) y Sosa de Newton (1967) indican que para el año 1857 Procesa había regresado a vivir a la Argentina, más precisamente a Mendoza. Estas afirmaciones desacreditarían la versión que afirma que Procesa y Lenoir crearon el colegio en Copiapó, sin poder determinar fehacientemente la época en que esta familia se radicó en Atacama. Por el momento nada más podemos precisar de la vida de Procesa en Chile.

3. Marco teórico y metodología

El presente estudio de casos se centra en el análisis cualitativo de las marcas de procedencia bibliográfica, entendidas como variables en los impresos.

El conjunto de libros analizados, tiene grabado en la tapa principal un mismo diseño de superlibris que individualiza a los ejemplares. Esta característica permite realizar un recorte sobre 14 objetos, que contienen en sí mismos 20 títulos diferentes. El Fables de Florian suivies des poèmes de Ruth et de Tobie (s.f.), Epitres et Evangiles des dimanches et fêtes de l'année (1858), Traité pratique et raisonné de grammaire anglaise (1860), los Cantiques de Saint-Sulpice: manuel des catéchismes de première communion et de persévérance, (1860) (2 vols.), Cours théorique et practique de langue francaise (1860), Cours de geographie (1862), y los trece títulos de la enciclopedia Cahiers d'une élève de Saint-Denis, cours d'étudesseis (1855-1859).7

Las marcas de procedencia y de manufactura (Cataldo de Azevedo, 2020), en tanto indicios, fueron comparadas en una matriz de datos, resultando un total de cuatro variables cualitativas de procedencia: superlibris (principal y secundario), etiqueta del librero, anotaciones manuscritas (inventario) y ex donos (manuscrito y sello).8

Por lo que respecta a las marcas de manufactura, resultado de las decisiones del editor o taller de imprenta que puso en circulación los libros, dan forma al cuerpo del ejemplar. Las conocidas son el pie de imprenta, pie editorial, colofón, tipos de letras, diseño y formato, ilustraciones, tipo de papel, tipo de encuadernación, páginas de respeto, diseño y marcas de portadas, dedicatorias, otros.

En cuanto a la segunda categoría, las marcas de procedencia bibliográfica, se vinculan con la propia historia del ejemplar. Definidas desde los estudios sobre procedencia o “…de la historia no editorial del ejemplar [,] de un documento [,] o del conjunto de documentos pertenecientes a un sujeto y de la disciplina que estudia los fenómenos relativos a la formación y dispersión de las colecciones documentales” (Salomón Salazar & Paisano Rodríguez, 2019, p. 12). En general, este tipo de signos son muestras de posesión, circulación, prácticas de lectura o uso del propio documento y constituyen elementos históricos agregados como posibles evidencias en la historia del ejemplar (Salomón Salazar y Paisano Rodríguez, 2019). Respecto a su tipología, varía entre los ex libris, superlibris, ex dono, marginalia, dedicatorias manuscritas, firmas, marcas de censura, papeles marmoleados, hojas de guarda, marcas de fuego, marcadores de páginas, etiquetas de librería, de editoriales y otras anotaciones de antiguas localizaciones, sellos secos y húmedos, bolsillos o sobres de préstamo, precio de los libros, proyectos institucionales o gubernamentales, etc. (Cataldo de Azevedo, 2020; Salomón Salazar & Paisano Rodríguez, 2019).

La primera variable, el superlibris (supralibros o superlibros, según los autores),9 es el tipo de marca que reproduce los nombres y apellidos de los propietarios en las encuadernaciones de los libros. También pueden ser monogramas, escudos de armas y son una variante de los ex libris (López Yépes, 2004). Los superlibris se estampan ricamente en dorado (Pérez Rodríguez, 2011) y no siempre corresponden con la fecha de publicación de la obra. Estas marcas pueden hallarse tanto, en la tapa superior, en la tapa inferior, como en los lomos de los libros (Cataldo de Azevedo, 2020). Fueron analizaron dos tipos de superlibris, quedando identificados como, principal y secundario. El primero de ellos es común a todos los libros.

En relación con la segunda variable, la etiqueta de librería o de librero, se distingue por ser un tipo de rótulo adherido en alguna parte del libro que indica el establecimiento donde se venden libros. Generalmente aparece en las contratapas de los libros (López Yepes, 2004). Particularmente, en este caso, nuestro análisis combinará estos datos con los del pie de imprenta de las portadas. Esto permitirá proponer el periodo de llegada y apropiación de los textos, entre las geografías de Argentina y Chile en el siglo XIX. Tradicionalmente y debido a las labores relativas a la edición y a la impresión, el pie de imprenta figuró en la parte inferior de las portadas de los libros. Esta marca incluye el lugar, año de impresión, nombre y domicilio del impresor, como también del editor (López Yépes, 2004).

La tercera variable fueron las anotaciones manuscritas, comprendidas dentro de las prácticas administrativas en las bibliotecas (Cataldo de Azevedo, 2020). Por un lado, hallamos las marcas propias de asignación de los números de inventario, consecutivas con el orden de ingreso al primer Inventario del año 1911.10

Por último, introducimos el análisis de la cuarta variable, el ex dono. Por lo general recibe el calificativo de “recordatorio” el que presenta el nombre del donante del ejemplar y queda excluida de las variantes del ex libris (López Yepes, 2004). Su fórmula extendida es bajo la fórmula o locución latina, ex dono, que registra un regalo, puede estar inscrita o incluida en el ejemplar mediante una etiqueta impresa (Oxford Reference, 2024). Por el momento, y a criterio de la presente investigación, el análisis de esta marca de procedencia permite conjeturar que se tratan de tres tipos de ex dono, aunque ninguno de ellos incluyó la sentencia “ex dono”. Este tipo de atributos no los incorpora el donante, sino la institución que recibe el ejemplar o la colección (Cataldo de Azevedo, 2020).

Para la identificación y el análisis de dichas marcas, a partir de la teoría del paradigma indiciario (Guinzburg, 1994), establecimos las siguientes hipótesis. Partimos de la afirmación de que, en efecto, fueron libros de Procesa y Lenoir. Una vez reunida la colección dentro del seno familiar, y por ser testimonio físico del trabajo y la abnegación de la pareja como representantes de la educación argentino-chilena, como intelectuales de la ilustración, labor que les propuso desafíos personales y les otorgó prestigio social, con el tiempo fue modificándose el aspecto material externo de los libros con el propósito de garantizar cierto reconocimiento a posteridad, acción mediada por el contexto social y el imaginario propios del siglo XIX.

Las marcas de procedencia de estos libros, entendidas como signos y rasgos diferenciadores de este grupo de impresos, son los puntos centrales que invitan a reconstruir una historia parcial de esta biblioteca particular, a la vez que nos conducen a un aprecio cultural de estos objetos desde la óptica de la rareza bibliográfica que constituyen para la biblioteca estatal que los contiene. Por su parte, estas marcas de procedencia ofrecen cierta garantía de veracidad del hecho histórico en sí, al poder ser contrastadas con los aspectos testimoniales declarados en documentos de archivo (inventario y acta).

4. Resultados y discusión

En primer lugar, el análisis de la primera variable es una particularidad resultante de la sustitución de la cubierta de los originales, dando como resultado nuevos volúmenes en sí mismos. En el caso de la enciclopedia Cahiers d'une élève de Saint-Denis, cours d'étudesseis (1855-1859),11 en tanto ejemplares facticios, se fueron encuadernando de dos en dos los volúmenes, excepto el volumen 13, compuesto en solitario. Esta modificación material introdujo otra propiedad: la indicación de quienes fueron sus propietarios. Por un lado, en el superlibris principal se leen los nombres de Procesa y Benjamín y, por otro, aparecen en los lomos, grabado en francés, el nombre de Shopie Lenoir. Esta última variable constituye un segundo superlibris, secundario, que representa indudablemente la propiedad de Sofía, quien donó los libros a la biblioteca estatal (ver Figura 1). Particularmente, esta segunda variante resultó un poco más compleja que otras al otorgarle la categoría de superlibris, por lo que adoptamos el criterio propuesto por Cataldo de Azevedo (2020) y Harispe, Hernández & Medina (2022).

Figura 1
Modelos de superlibris: Principal y secundario
Modelos de superlibris: Principal y secundario
Fuente: Colección Cahiers d'une élève de Saint-Denis, cours d'études […], Baudet, L. (1858-1859). Imagen 1: superlibris principal de las tapas. Imagen 2: superlibris secundario con el nombre de Sophie Lenoir, ubicados en el lomo de toda la colección.

La inscripción del superlibris principal de todo el corpus de libros, nos ofrece un dato taxativo: todos los volúmenes pertenecieron a la familia Lenoir-Sarmiento y fueron utilizados en Copiapó (Chile). A simple vista el significado de la leyenda parece una obviedad, sin embargo, de su análisis se pueden obtener algunos resultados interesantes. Podemos notar que, dentro de este superlibris, el apellido Lenoir aparece resaltado en todas sus letras, a diferencia del apellido Sarmiento, menos destacado. Puede inferirse, en este caso, que esta distinción condice con las prácticas sociales del siglo XIX, donde las mujeres prácticamente no registraban empresas y, en todo caso, dependían de los apellidos de sus esposos. Es sabido que los derechos de las mujeres fueron siempre menores a los de sus cónyuges.

A su vez, la figura de este superlibris nos permite conjeturar el sentido de ciertas prácticas, a partir de lo que simbolizan los objetos allí representados. Por un lado, la corona de laureles como “reconocimiento de que esa actividad, por su sola existencia, presupone una serie de victorias interiores sobre las fuerza negativas y disolventes de lo inferior. No hay obra sin lucha, sin triunfo…” (Cirlot, 1992, pp. 268-269). Por otro, las cintas anudadas fueron “símbolos de inmortalidad por su forma de círculo... y la idea del absoluto cumplimiento” (Cirlot, 1992, p. 130). Pensamos la docencia que ejerció Lenoir, como parte de la vida y el sustento de un hombre inmigrante, de familia, en un país que le ofreció algunas oportunidades, pero también le presentó desafíos, ¿qué habrá significado para Lenoir ejercer la enseñanza en el extranjero, en otro continente y en un contexto social completamente distinto a la realidad francesa del siglo XIX? Igualmente, ¿qué habrá significado para Procesa ejercer la enseñanza en un país extranjero, sin títulos escolares, siendo una mujer inmigrante, exiliada, sostén de familia y en cierto sentido autodidacta?

A fin de ofrecer algunas proposiciones provisionales recordemos que, a lo largo del siglo XIX, tanto en Argentina como en Chile, la educación fue una actividad ejercida por algunos pocos. Aún más escasas que varones, fueron las institutrices tituladas y lugareñas. En Chile la instauración de la política educativa y la llegada de la escuela a la comunidad tuvieron lugar dentro de la cartera del Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública, con su primer impulso en el año 1837. De ella aconteció, en 1842, la fundación de la Universidad de Chile y la Escuela de Preceptores, última institución surgida por iniciativa de Domingo Faustino y dedicada a formar un cuerpo docente profesional (Ponce de León Atria, 2010). En el complejo contexto de institucionalización de la enseñanza en el territorio chileno a mediados de siglo, durante los primeros años se desplegaron estrategias gubernamentales en las zonas consideradas urbanas: escuelas para la enseñanza primaria, para la formación de maestros normalistas y para la educación técnica, fueron las opciones para la escolarización general de la población. Con el avance y la implementación de las políticas educativas gubernamentales surge la Ley de Instrucción Primaria del año 1860, el Reglamento General del año 1863, más la Oficina de Inspección General, en tanto instrumentos de fomento y control de la educación pública nacional. La élite concentró sus fortalezas en la formación de varones como también de niñas, en menor medida que los primeros, con el fin de asegurar la formación de los futuros ciudadanos, la dirigencia del país y el desarrollo de ámbitos productivos de trabajo. Este sistema educativo abarcó las escuelas fiscales, municipales y conventuales. La escuela particular, gratuita, antecedente de la educación subvencionada, fue financiada por la beneficencia (Ponce de León Atria, 2010). En este sentido, Serrano (2013) establece que fueron escuelas públicas las que se mantenían con fondos nacionales o municipales (conventuales o con un subsidio del gobierno). Escuelas particulares, las financiadas con fondos privados y estaban sometidas a la ley sólo en lo correspondiente al orden y moralidad. Aquí ubicamos el marco del ejercicio de la enseñanza particular en el siglo XIX, por Procesa y su esposo.

Hacia 1857, Copiapó se había convertido en una de las ciudades importantes de la región que incluyó la explotación minera, contó con una Escuela de Minas, alumbrado público, vías férreas, y abrió posibilidades de inversión de capitales a toda clase de obras. Precisamente en Nantoco, se instaló la familia Lenoir Sarmiento, junto a las colonias de inmigrantes. Allí fundaron el Colegio de San Juan y de Santa María en Copiapó (Maurín de Cabrera, 2014). Recordemos que la enseñanza fue parte de sus vidas y del sustento familiar básico, como también una actividad que les otorgó prestigio social pero no riqueza. Esta fue la etapa coincidente con la formación de la colección privada, biblioteca que significó cierto tipo de coleccionismo con valor superior por sobre los productos culturales orales. Estas bibliotecas privadas proyectaron, entre otros aspectos, un tipo de capital simbólico y cierta trascendencia social, que operó sobre la conciencia de linaje y el estatus social de las gentes de letras, sus lazos matrimoniales y la red de relaciones transnacionales de intelectuales (Aguirre & Salvatore, 2018; Barbier, 2015).

La práctica de encuadernación heráldica significó a posteridad la sociedad letrada a la que pertenecieron Benjamín y Procesa, y que extendieron a sus hijas en su entorno familiar. Todo esto, puertas a dentro del hogar, a partir de la enseñanza del idioma y de la cultura francesa en la cotidianidad del trato doméstico (Maurín de Cabrera, 2014; Maurín de Rufino, 2023). La educación fue una tarea de prestigio por sobre lo que se consideró la barbarie,12 y el superlibris simbolizó la gloria entre innumerables retos. Procesa y Benjamín, en su calidad de propietarios de los libros, modificaron la apariencia original de los textos e introdujeron alteraciones externas a la encuadernación. Es preciso prestar atención a la nueva materialidad que adquirieron estos impresos, más allá de cuándo sucedieron los hechos. Estas variaciones no fueron decisiones editoriales de origen sino, por el contrario, resultaron modos de apropiación y recepción de los textos por parte de sus lectores. Ya no eran solo los propios autores los que “hablaban”. Estas decisiones ejecutadas sobre la materialidad de los libros de alguna manera desplazaron al autor y al propio texto para dar al lector un rol protagónico:

…si a partir de este denominado “giro lingüístico” ya no podemos pensar la impermeabilidad positiva entre hecho y significación, entre historia y lenguaje, de manera que las prácticas más “materiales” habrán de ser entendidas como cargadas ya de significación, como lingüísticamente modeladas, ahora son esas “materialidades” restituidas en su estatuto significativo las que se alzan como desafío para la historia intelectual… (Saferstein, 2013, p.143).

Si continuamos el análisis, la segunda variable es la etiqueta del librero. Si observamos las marcas de manufactura, los ejemplares muestran fechas extremas de salida de la tirada de los libros, entre los años 1855 y 1862, excepto por un ejemplar que no posee datación. Todas las casas editoras se situaron en París, aunque fueron distintas las firmas de sus productores: Paulin et Le Chevalier (9 títulos), Le Chevalier (3 títulos), Éditeurs, Armand Le Chevalier (1 título), Éditeurs, C. Borrani (1 título), Jacques lecoffre et libraires (1 título), Librairie de Firmin Didot (1 título), Librairie de L. Hachette (2 títulos) y Librairie de Poussielge Rusand (2 títulos).

A partir de aquí, se desprende el examen sobre la variable etiqueta del librero, en este caso, la Libraire F. Savy - 20, rue Bonaparte (Paris) (ver Figura 2). Dicha etiqueta establece dónde se adquirieron o distribuyeron en Europa, al menos los 13 tomos de Cahiers d'une élève de Saint-Denis, cours d'étudesseis (1855-1859 por Paulin et Le Chevalier, Le Chevalier y Éditeurs, Armand Le Chevalier).

Figura 2
Marca de librero
Marca de librero
Fuente: Colección Cahiers d'une élève de Saint-Denis, cours d'études […], Baudet, L. (1858-1859).Nota: La etiqueta está adherida sobre el dorso superior izquierdo de la tapa principal de los libros.

Estas marcas de librero en muchos casos pasan a ser objetos de colección, similares al exlibris. Aplica cuando un librero coloca su marca y así, sucesivamente, se van adhiriendo una a una. En último caso, también pueden ser suprimidas por otro librero. Todo esto, hasta llegar a las manos de un particular o de una biblioteca (Medan, 2022). De esta forma funciona la apropiación material del libro impreso, indicando los posibles caminos de producción y circulación de los textos y, por ende, de su consumo. A partir de aquí, y a grandes rasgos, podemos establecer el circuito de circulación de los volúmenes de esta colección y el vínculo con sus propietarios. Todo esto sin contar los múltiples recorridos invisibles, aún sin registrar, desde el momento de salida de imprenta de los libros hasta llegar a las manos de la familia Lenoir- Sarmiento en Chile.

Desde el momento en que los libros fueron usados constituyeron una novedad para la enseñanza de la época. Fueron libros modernos que contuvieron los últimos avances de la ciencia en todas sus ramas heredadas del enciclopedismo: historia, geografía, historia natural, aritmética, ejercicios de memoria, literatura e introducción a la filosofía, biografía de mujeres célebres, poesía. También, ejercicios de memoria, ortografía, cánticos y manuales de catecismos. Por otro lado, astronomía, física, química, meteorología, geología y mineralogía, cosmografía, vapor, telegrafía, litografía, fotografía, numismática, paleografía. Además, bibliografía, etimologías, epístolas y evangelios e historia de santos. En este punto observamos cómo actuó el tipo de transferencia de contenidos (Barbier, 2015), en este caso, en territorios sudamericanos, por medio del objeto libro. La moda europea se impuso con la lenta llegada de los inmigrantes, en el período independiente, luego de la conquista y colonización. Sin importar la geografía político-cultural, el libro actuó como uno de los principales medios de comunicación de la cultura europea en el siglo XIX, en este caso para la enseñanza en las escuelas, en Chile y Argentina.

Recordemos que unos años antes, en Chile, Domingo Faustinoo había iniciado su propuesta política de la educación popular y de bibliotecas populares. Los libros que arribaron a esta nación fueron mayormente textos europeos que tuvieron un auge de crecimiento entre los años 1850 y 1860. Conformaron así un incipiente campo del libro y de libreros o casas de venta con las novedades para la instrucción. Tal es el caso de Valparaíso, donde existían al menos 5 de estos establecimientos en 1849 (Soaje de Elías & Molina Jarpa, 2021).

De este análisis se puede precisar que parte de los impresos (desde los identificados mediante la etiqueta de librería, y los demás títulos) llegaron desde Francia a Chile en transporte marítimo, y luego de atravesar la Cordillera de los Andes a tracción a sangre, finalizaron en la Casa de Sarmiento, en San Juan (Argentina). Todo esto a partir de la segunda mitad del siglo XIX, y la primera década del XX. Presuntamente, estos mismos textos fueron utilizados en Mendoza. Esto fue en el año 1866, cuando Procesa y su esposo establecieron otro centro educativo en el país13 (Maurín de Rufino, 2023). Dichos objetos fueron parte de la biósfera tipográfica de la época, usados como instrumentos para la enseñanza en una zona geográfica entre Argentina y Chile, territorio caracterizado por su unidad cultural, social e histórica principalmente en el siglo XIX.

Para el año 1862, Procesa estuvo de regreso en la provincia de San Juan, tras la noticia de que su hermano Domingo Faustino había sido elegido gobernador (Maurín de Rufino, 2023). Sobre la lectura pormenorizada de las fechas de salida de imprenta de los libros surgió otro interrogante. Si el libro más moderno del corpus, utilizado para la educación en Chile fue publicado en 1862 ¿cuándo la familia Lenoir Sarmiento cruzó la frontera chileno-argentina para radicarse definitivamente en Argentina? Todo esto, suponiendo que el libro salido de imprenta, en un lapso de tiempo fue adquirido en Chile, para convertirse en material didáctico del colegio.

Ahora bien, en lo que concierne al libro como artefacto cultural (Parada, 2013) se trabajó en un segundo plano, sobre las últimas variables de procedencia surgidas en un contexto institucional, fuera del ámbito familiar privado. Estas marcas fueron parte del acto administrativo en su conjunto vinculadas con las tareas que realizó el secretario-bibliotecario, Marín Ibáñez, al recibir la donación de libros de manos de la Sra. Sofía Lenoir de Klappenbach. Así quedaron asentadas sobre los libros las variables anotaciones manuscritas y los ex donos (realizados a mano y en forma de sello).

En cuanto a las prácticas administrativas bibliotecarias, el escribiente fue dando forma al Inventario de libros donados donde asentó cada uno de los títulos. De manera consecutiva, cada una de las obras recibió su propio número de inventario, y por añadidura fueron inscritos los ex donos (ver Figura 3). Concretamente, los ejemplares facticios fueron asentados bajo un único número de inventario y dejó a las claras las prácticas bibliotecológicas antiguas (Barbier, 2015). Exclusivamente, el Inventario de libros donados fue encabezada por la inscripción en sello: “Doncion de la Sra. Sofía L. de Klappembach”.14 En este punto, recordemos que Sofía, fue la única descendiente que estuvo presente al momento de realizada la entrega a los funcionarios. Además, ella misma representó a su hermana Victorina, quien, para el año 1911, se encontraba viviendo en Buenos Aires.

En este punto identificamos a la primera variante de ex dono, similar al sello que encabezó el Inventario de libros donados. Únicamente la colección Cahiers d'une élève de Saint-Denis, recibió, a simple vista y con la misma tinta y tipos de letras, la inscripción: Donación de la Sra. Sofía L. de Klappembach (ver Figura 3). Es factible suponer que bajo la leyenda de este ex dono quedó asentado a perennidad el obsequio a la biblioteca estatal, de parte de la Sra. Lenoir. Esta marca de procedencia atestiguaría la dedicatoria que sus padres, Benjamín y Procesa, hicieron “en vida” a Sofía al obsequiarle aquella atesorada colección. Todo esto teniendo en cuenta la existencia de una segunda colección dedicada a su hermana Victorina.

Continuando el análisis del Inventario de libros donados, en sí, el escribiente diferenció la nómina de libros obsequiados por ambas hermanas, trasladando este dato a los propios libros. En este marco surgieron los ex donos realizados a mano. En tinta, y por lo general sobre las portadas, surgieron tres tipos de leyendas: Donac. S. L. de Klappenbach, y su variante Donac. Sofía L. de Klappenbach; y Donac. V. L. de Navarro. (Ver Figura 3).

Figura 3
Modelos de ex donos
Modelos de ex donos
Fuentes: Imagen 1: ex dono tipo sello de Sofía Lenoir de los libros inventariados del 9 al 15, de la colección Cahiers d'une élève de Saint-Denis. Imágenes: 2 y 3: variantes de los ex donos manuscritos de Sofía Lenoir, de asientos nro. 174, Epitres et Evangiles des dimanches et fêtes de l'année [...], y del nro. 176, Traité pratique et raisonné de grammaire anglaise [...]. Imagen 4: ex dono de Victorina Lenoir de Navarro, correspondiente al asiento nro. 184, Cours de geographie [...], del Inventario de libros donados.

Prácticamente, fuera de la colección registrada en el Inventario general, todos los libros objeto de análisis (con superlibris principal), fueron donados por Sofía. En este caso, la colección Cahiers d'une élève de Saint-Denis (Nros. Inv. 9 al 15, consecutivamente), el Fables de Florian suivies des poèmes de Ruth et de Tobie [...] (Nº inv. 149), los Cantiques de Saint-Sulpice. Manuel des catéchismes de première communion et de persévérance [...], (2 ejemplares, nros. inv. 174 y 175), el Epitres et Evangiles des dimanches et fêtes de l'année [...] (Nº Inv. 176), el Cours théorique et practique de langue francaise [...] (Nro. Inv. 143), Grammaire du primere age. En cuanto al Traité pratique et raisonné de grammaire anglaise [...], aún sin ningun ex dono sabemos por los datos aportados desde el Inventario, que perteneció a la donación de Sofía (Nro. Inv. 38). El título restante, el Cours de geographie [...] (Inv. Nro. 184), fue el único libro obsequiado en nombre de Victorina.

En cuanto a las últimas observaciones sobre los dos libros Cantiques de Saint-Sulpice [...], en esencia, son dos ejemplares con características idénticas en sus marcas de manufactura, provenientes de la Libraire de M. V. Poussielgue- Rusand, Paris: 1860. Estos datos permiten sostener diversas hipótesis. Cada uno de los textos perteneció tanto a Sofía como a Victorina en sus épocas de infancia en Chile y en Argentina. Fueron obras utilizadas para la enseñanza en el hogar, sobre lo concerniente a su formación moral, seguramente incluyó la lectura silenciosa pero también, el recitado similar a las lecciones escolares. Probablemente, también fueron utilizados para la instrucción particular de la enseñanza religiosa o moral, por Procesa y Benjamín en su colegio en Copiapó, dentro del marco regulatorio estatal. En cuanto a las inscripciones manuscritas restantes, hemos de notar una variante sobre el libro Epitres et Evangiles des dimanches et fêtes de l'année [...] (1858), donde aparece una rúbrica sin análisis a la fecha.15

Conclusiones

Las lecturas del presente trabajo sobre las marcas de procedencia y de manufactura del libro nos acercan parcialmente a la historia de la cultura escrita y al espacio social que ocuparon dichos textos convirtiéndolos en un bien simbólico (Saferstein, 2013), en este caso, dentro de la historia del libro, de los lectores y las bibliotecas. Estos trazos visibles (de procedencia bibliográfica) que individualizan a los impresos fueron algún tipo de defensa contra el olvido, y accionaron en memoria de lo que fue la vida de sus dueños. Las marcas particulares de esta colección de textos nos ofrecen una dimensión parcial de las posibles acciones desplegadas por sus propietarios con el fin de evitar cualquier pérdida en el tránsito humano de país en país. Indudablemente, la conservación de estos libros en un organismo público tuvo los mismos fines, considerando las marcas como signos indéxicos (Rufer, 2016), de la evidencia material dentro del contexto de la biografía de los personajes.

Particularmente volvemos al planteo inicial, la vida de Procesa y su labor de enseñanza en Copiapó, Chile, y su relación con el corpus de libros en estudio. A nuestro entender, dicho período sobre la vida de aquella mujer, planteó muchos debates a sus biógrafos. Sobre lo poco que conocemos de la vida de Procesa, sabemos que fue una mujer destacada en un contexto social que le ofreció dificultades ante el exilio familiar. A su formación como pintora le antecedió, primero, su educación familiar y su sentido autodidacta y sus experiencias docentes junto a sus hermanas. Su vida en el extranjero, en Chile, la aventuró a formar una familia, pero también a sostenerla desde la labor educativa como artística en signados momentos, condicionada por las ausencias temporales de su esposo. Aquí, su biblioteca privada fue, además, una biblioteca de trabajo (Aguirre & Salvatore, 2018), y un nexo en su modo de vida y subsistencia. Esta impronta personal, sobre su ocupación y la custodia de sus libros, con seguridad fue transmitida a sus hijas, por medio de los valores familiares de época.

El superlibris como marca distintiva dejaría en claro el hecho histórico de Copiapó, que presenta tantas dudas. La relevancia cultural de la biblioteca privada, la obtiene desde el momento de su resguardo en el tránsito fronterizo, donde pasó a enriquecer las instancias privadas de sus vidas a partir de sus usos. Esto nos invita a conjeturar, parcialmente, el objetivo que buscaron las herederas de Procesa con la donación de dichos ejemplares al Estado. En este sentido, ¿la marca de procedencia será la huella autorizada para trasponer y recrear un hecho heroico? Indudablemente sí, bajo el significado que aquí se les otorgó a los símbolos, partiendo de la distintiva y clara modificación de la encuadernación original de los libros.

A partir de aquí, coinciden los planteos de Rufer (2016) y Pinheiro (2009). El libro es considerado como fuente de archivo legitimada a través de su institucionalización (estatalidad) que además le otorga su sentido patrimonial (valor de la memoria). En este sentido, la Casa Natal de Sarmiento, que tiene potestad sobre los libros, es garantía de certeza de los hechos relacionados con ellos. El sentido heroico del archivo-documento (Rufer, 2016). Por otro lado, hablar del carácter monumental desde la rareza bibliográfica implica tener en cuenta todas las inserciones, sustracciones o adiciones al momento siguiente de la salida de imprenta de un libro (Pinheiro, 2009). Por lo expuesto, el análisis de las marcas de procedencia bibliográficas reúne dos componentes clave: por un lado, los volúmenes poseen latente el sentido histórico y su valor cultural, pero también incluyen el componente de la memoria (sentido patrimonial). Esta taxonomía de fuentes enriquece la multiplicidad de documentos de archivo conocidos a la fecha, tales como, los libros de actas administrativos, libros parroquiales, cuadernos escolares, libros copiadores, de cuentas, de memorias donde el Estado posee un rol preponderante al imprimirles cierto capital cultural. A partir de aquí se trazó la historia de la biblioteca privada hasta llegar a la historia de la biblioteca pública, valoramos el sentido de los libros como fuentes, en tanto objetos mediadores que reconstruirán parcialmente una parte de la historia. Entre los interrogantes sin resolver queda pendiente esbozar la experiencia de vida (silenciada) que atravesó Procesa, hoy en boga por su faceta artística. Aventurarnos a afirmar que también fue autodidacta nos invita a comprender las circunstancias de su vida en el siglo XIX desde la perspectiva de la enseñanza a través de sus libros. Estos objetos fueron conservados con el fin de contribuir al relato de su propia historia. También son objetos para ser exhibidos, y con esto adquirieren un grado de reconocimiento social en el sentido estricto de la patrimonialización de un museo. Concluimos que estos libros no refieren únicamente a Procesa, ya que si bien nos ofrecen una aproximación inicial a la persona, son obras que perviven gracias a los procesos administrativos del Estado, por lo que su preservación compromete en partes iguales historia y sociedad.

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Notas

1 La denominación que recibió fue Inventario de libros, pero su forma escritural nos indica que es un catálogo. Este documento carece de los primeros folios.
2 Avance de investigación del Proyecto Huellas distintivas en los libros de la familia Sarmiento: la puesta en valor a partir de sus marcas de procedencia (Casa Natal de Sarmiento- Museo y Biblioteca- San Juan- Argentina), como parte del Proyecto de Investigación La Elocuencia del Libro: Marcas de Procedencia Bibliográfica, Grupo de Investigación y Estudio Patrimonio Bibliográfico y Documental, Universidad Federal de Bahía (UFBA), periodo 2021-2025, a cargo de Fabiano Cataldo de Azevedo.
3 El autor indica como fecha de fallecimiento de Procesa Sarmiento el año 1879, cuestión que difiere de lo señalado por otros autores.
4 Para ubicar geográfica y temporalmente la acción de Procesa Sarmiento en el siglo XIX, se consultaron los mapas geográficos chilenos de época que dan cuenta de cómo el territorio fue cambiando sus límites geográficos y se fundaron ciudades, departamentos y provincias. En este caso se usó el criterio del “Atlas histórico de las divisiones político-administrativas en Chile, 1810-1940” de Sagredo Baenza (2017) y otros; y el mapa de la República de Chile de Pissis (1888).
5 En este punto existe divergencia en los datos ofrecidos por Maurín de Cabrera (2014) y Maurín de Rufino (2023). Tomaremos el criterio de la primera autora que cita datos de la partida de matrimonio.
6 Esta es la segunda divergencia entre las fechas en la vida de Procesa Sarmiento. Figueroa (1900) indica que el primer colegio para niñas fundado por el matrimonio Lenoir-Sarmiento se estableció en el año 1854, dato contrario al de Maurín Rufino (2023).
7 Se conoce la existencia de un ejemplar de esta colección en la biblioteca Ismael Bucich Escobar, del Museo Histórico Sarmiento en Buenos Aires. Más allá de los datos iniciales que nos ofrece Maurín de Rufino (2023), el Sr. Walter García, responsable de la biblioteca, detalla que el libro posee firmas de Estanislao Sarmiento y Benita Lenoir. En su tapa lleva impresa la misma leyenda: "Colegios de San Juan y de Santa María dirigidos por Benjamín Lenoir y Procesa Sarmiento en Copiapó", y fueron donados por el Sr. Ernesto Romano Fernández, en fecha aún incierta. El libro perteneció a Sofía Lenoir. No se sabe, a la fecha, si existen otros títulos de esta colección repartidos en otras bibliotecas gubernamentales o particulares, en cualquier otro lugar del mundo.
8 De la muestra seleccionada, por el momento, quedaron fuera de estudio tanto los sellos húmedos institucionales, el tejuelo, los papeles marmoleados como las hojas de guarda, marcadores de página y otras marcas u anotaciones personales.
9 De aquí en adelante adoptaremos la forma superlibris muy utilizada en Argentina, ver como ejemplo las publicaciones de los Encuentros Nacionales de Instituciones con Fondos Antiguos y Raros (ENIFAR), Biblioteca Nacional Mariano Moreno.
10 Junto a estas anotaciones manuscritas, coexisten otras marcas administrativas modernas (otros números y signaturas), contemporáneas sin análisis a la fecha.
11 Recientemente supimos de la existencia de dos ejemplares más, probablemente lleguen a ser propios de una segunda colección “Cahiers…”, similar a la del análisis. Dichos volúmenes contienen grabado en el lomo el nombre de Victorine Lenoir, hermana de Sofía, y estén en existencia privada.
12 Dentro de los discursos ilustrados y liberales, tomamos el sentido que propone Serrano (2008) para referirse a la barbarie, donde caracteriza un tipo de polarización entre la cultura oral y la cultura escrita, y costumbres enraizadas a lo tradicional y no europea.
13 Denominada Escuela de Beneficencia, ubicada en la provincia de Mendoza.
14 La primera palabra careció, en este caso, de la letra “a”.
15 Sobre el dorso de su hoja de guarda, cercano al titulillo, aparece lo que podría indicar una tercera variante de ex dono, o simplemente ser firmas de propiedad. Apareció la frase: Señor Don “Ruperto” Ferrer, y su variante Ruperto Ferrer. A la fecha dejamos esta particularidad sin analizar, por carecer de datos certeros sobre algún parentesco con el primer esposo de la Sra. Victorina Lenoir.

Recepción: 23 Octubre 2023

Aprobación: 19 Junio 2024

Publicación: 01 Octubre 2024

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