Palabra Clave (La Plata), abril - septiembre 2024, vol. 13, núm. 2, e214. ISSN 1853-9912
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Departamento de Bibliotecología

Dosier: Para una nueva historia de las bibliotecas en América Latina:
instituciones, representaciones y prácticas

Políticas bibliotecarias de la intervención de la Universidad Nacional de La Plata: el caso de la Biblioteca del Museo de Ciencias Naturales (1946-1953)

Julián Meclazcke

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Cita sugerida: Meclazcke, J. (2024). Políticas bibliotecarias de la intervención de la Universidad Nacional de La Plata: el caso de la Biblioteca del Museo de Ciencias Naturales (1946-1953). Palabra Clave (La Plata), 13(2), e214. https://doi.org/10.24215/18539912e214

Resumen: En el presente trabajo se realiza un análisis de las políticas bibliotecarias desplegadas por la Intervención de la Universidad Nacional de La Plata durante los primeros gobiernos peronistas. Se evalúan sus puntos de partida ideológicos y materiales, su repercusión en la vida académica y el impacto efectivo de dichas medidas en el recorrido histórico de las bibliotecas académicas de esta universidad. Con este fin, se identifica un esquema secuencial de lineamientos seguidos por este proyecto político en sus avances sobre la organización bibliotecaria de la educación superior, ya enmarcada en la Ley Guardo y en el más amplio espectro de acción cultural llevado a cabo por el gobierno de Juan Domingo Perón; se demuestra así la transformación conceptual e instrumental del sujeto-usuario y de las pautas organizacionales vinculadas con la extensión de la atención al público y la expansión del personal bibliotecario. A partir de éstos se aborda particularmente el caso de la Biblioteca del Instituto del Museo, trazando sus orígenes y su transformación a partir de las nuevas políticas de difusión y apertura de la Universidad acordes al Modelo Peronista de Universidad propuesto por Pis Diez (2019).

Palabras clave: Historia de las Bibliotecas, Bibliotecas universitarias, Peronismo, Intervención de la universidad, Universidad Nacional de La Plata, Argentina.

Library policies of the intervention of the National University of La Plata: the case of the Library of the Natural Sciences Museum (1946-1953)

Abstract: In the present work, an analysis of the library policies implemented by the Intervention of the National University of La Plata during the early Peronist governments is proposed. The ideological and material starting points are evaluated, as well as their impact on academic life and the effective influence of these measures on the historical trajectory of the academic libraries of this university. To this end, a sequential outline of guidelines followed by this political project in its advances on the library organization of higher education is identified, already framed within the Guardo Law and the broader cultural action spectrum carried out by the government of Juan Domingo Perón. This demonstrates the conceptual and instrumental transformation of the User-Subject and the organizational guidelines related to the expansion of public service and the growth of library staff. Based on these aspects, the case of the Natural Sciences Museum Library is particularly addressed, tracing its origins and transformation in light of the new dissemination and openness policies of the University in line with the Peronist Model of University proposed by Pis Diez (2019).

Keywords: Libraries History, Academic Libraries, Peronismo, La Plata National University, University Intervention, Argentina.

Introducción

En los últimos años el campo bibliotecológico argentino atestiguó un nuevo empuje del enfoque historiográfico, particularmente en lo que respecta a la historia de las bibliotecas y su contexto sociocultural, tanto a nivel local como a nivel nacional y regional. Los estudios de Parada (2009, 2019) y Planas (2017, 2019) se presentan entre estos como parámetros de lo posible en este espacio. Encontramos un naciente campo de abordajes históricos de las bibliotecas platenses, y más específicamente, de aquellas que componen la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Se vinculan principalmente a su Biblioteca Pública, tanto en su faceta provincial como universitaria (Dorta, 2017; Meclazcke, 2020). Esta casa de estudios hospeda alrededor de veinte bibliotecas generales o especializadas, cuyas trayectorias ofrecen un terreno fértil y vacante para la indagación histórico-institucional.

La trayectoria de la Biblioteca del Museo se desarrolla paralelamente a la de su marco organizacional, el Museo de Ciencias Naturales, cuyo proceso formativo es necesario reproducir sintéticamente para poder desentrañar sus orígenes simbióticos.

El primigenio Museo Provincial de Ciencias Naturales, fundado en 1884, tenía la encomendación de funcionar de forma conjunta con la entonces Biblioteca Pública de la Provincia de Buenos Aires, y ambos constituían parte de las políticas de vanguardia provinciales sobre el campo científico, junto con el Observatorio Astronómico. En el marco de la federalización de la ciudad de Buenos Aires, las antiguas instituciones provinciales fueron mudadas de la capital federal a la ciudad de La Plata, nueva capital provincial, lo que implicó el traslado de estructuras estatales, pero además la fundación de nuevas instituciones significantes de progreso cultural y material.

Dicho museo, nacido al calor de la “Conquista del Desierto” y la hegemonía de la generación del `80, era en la lógica predominante un hito que coronaba el triunfo de la razón occidental sobre la “barbarie” americana, que a partir de ese momento sería expuesta tras las vitrinas de la ciencia, neutralizada y desplazada del imaginario del ser nacional. En este sentido, el establecimiento del Museo de Ciencias Naturales es un proyecto inseparable de la voluntad de su primer director, el Perito Francisco Pascasio Moreno, quien le dedicó gran parte de su carrera profesional tanto en lo científico como en lo administrativo.

Luego de una breve gestión conjunta de ambas instituciones, hacia el año 1887 se propiciaría la separación del Museo y la Biblioteca Pública. Una parte de la colección bibliográfica acumulada hasta entonces se conservaría en el Museo y engrosaría la Biblioteca del mismo, y la parte expelida pasaría a formar parte exclusiva de la ahora autogestionada Biblioteca Pública Provincial (Dorta, 2017).

2. Metodología

Sobre la Biblioteca del Museo han escrito algunas de sus ex-directoras: Azul Costa Álvarez de Sapin (1951) realizó una reseña de enfoque coleccionista, María Luisa Andreoli (2000)1 abordó el aspecto histórico, y Sandra Miguel (2006) las innovaciones tecnológicas de su gestión. Desde esta base esperamos contribuir a la superación de la evocación como técnica historiográfica (entendiendo que fue la única herramienta de la que dispusieron sus protagonistas) y recomponer la historia de la Biblioteca a partir del escrutinio bibliográfico y de archivo.

La historización de una biblioteca universitaria en tanto institución pública, es necesariamente una práctica deudora de los análisis situados en el amplio campo de las ciencias sociales. Implica contemplar una cronología no siempre lineal de desarrollos simbólicos y políticos asociados al rol de la cultura y la formación científica y académica, a partir de la cuál es posible configurar una aproximación al deber-ser de la biblioteca en cada período histórico. Para tal fin nos valdremos de una de las caracterizaciones de gestión universitaria propuestas por Nayla Pis Diez (2019) y Marcela Pronko (2000): el Modelo peronista de universidad, en contraposición al liberalismo del Modelo reformista y al elitismo del Modelo conservador o autoritario. Esta construcción conceptual aportará los parámetros de perspectiva histórica de estos centros de educación superior durante los gobiernos del presidente Perón, y a partir de lo cual evaluaremos su impacto en las políticas bibliotecarias de la Universidad en general y de la Biblioteca del Museo en particular. En cuanto a la contextualización específica del período en el Instituto del Museo resultan un punto de apoyo integral del trabajo las diferentes indagaciones históricas realizadas por Alberto Carlos Riccardi (2013a, 2013b y 2013c) y por Germán Soprano (2009, 2010), y Laura Rodríguez y Soprano (2015) respecto a la imbricación de universidad, fuerzas armadas y el desarrollo científico vinculado a los intereses nacionales durante la Intervención.

3. La intervención peronista de la Universidad Nacional de La Plata (1946-1955)

Es nuestra aspiración poder proyectar un plan orgánicamente estructurado que
lleve a la Universidad libre y autónoma; al acercamiento directo al pueblo, para que
todos los ciudadanos puedan llegarse a ella, incorporarse a sus aulas, a sus
gabinetes, a sus laboratorios, a sus bibliotecas, llenando una superior aspiración
espiritual en procura de más amplios conocimientos científicos y técnicos...

Orestes E. Adorni, Discurso al asumir sus funciones [de Interventor] el día 7 de mayo
de 1946. (Universidad Nacional de La Plata, 1946a, p. 12).

En Argentina, el mes de octubre de 1943 sería determinante para el futuro de las universidades nacionales, que se verían sacudidas por el golpe militar que pondría fin a la Década Infame. Siguiendo a Pis Diez (2018), la turbulencia política decantaría en una contienda política abierta y una serie de renuncias que pondrían un límite a la sucesión de co-gobiernos universitarios que sostenían las banderas Reformistas. Si bien no sería hasta 1947 la promulgación de la nueva legislación de la educación superior (conocida entonces como “Ley Guardo” y fundamental para la determinación de la nueva función social de la Universidad), la UNLP tendría su primer interventor estable en el año 1946; el médico Orestes Adorni. Le sucederían Carlos Ignacio Rivas (1948-1949), Julio Laffite (1949-1950), Julio M. Irigoyen (1950-1952) y Carlos Pascali (1952-1953).

Caso aparte sería el período de intervención de Marcos Anglada (1953-1955), cuyos lineamientos tomaron una radicalización ideológica acorde a las perturbaciones políticas de los últimos años del gobierno peronista, y que en este trabajo sólo los consideramos someramente. Las nuevas autoridades marcan un tono marcial a la política universitaria, un clima que se materializará eventualmente en cargos ejecutivos ocupados por miembros de las fuerzas armadas, renuncias, desplazamientos y la transformación de los organigramas. La institución universitaria se reorganiza entonces hacia el interior de cada organismo que la compone, se elevan informes desde cada organismo acerca del estado de la cuestión particular y se denuncian las irregularidades preexistentes en cada dependencia.

4. La intervención en las bibliotecas de la universidad

De las bibliotecas de la UNLP, la Biblioteca Pública sería la primera en ser intervenida en el mes de mayo de 1946, estableciéndose mediante discursos, ordenanzas e informes el marco ideológico y funcional esperado de las instituciones bibliotecarias en la nueva fase: transparentar y expandir sus prácticas, por un lado, y por otro, proceder en sintonía con los intereses nacionales, participando para ello de forma activa en el esquema de la cultura popular argentina. Desde su integración a la universidad platense, la Biblioteca Pública se estructuraría como una dependencia del Rectorado, una característica que propició cierto grado de control sobre sus políticas bibliotecarias. En virtud de este vínculo jerárquico, la designación de la máxima autoridad de la biblioteca siempre constituyó una atribución del Rector.

El primer designado por la Intervención para dirigirla sería Francisco J. Capelli, siendo desplazado antes de completar el año. Capelli llevó a cabo un relevamiento exhaustivo de la situación de la misma, y con su asunción se observa una aceleración de la vida institucional: si bien la reconocida Vicedirectora, Hänny Simons, había presentado su renuncia el 1º de enero, el 6 de junio se le solicitaría que reporte cualquier recomendación o mejora que considere oportuna para llevar a cabo la readecuación de la Biblioteca a la nueva visión. Días después, en un comunicado fechado el 14 de junio de 1946, titulado Horario para la Sección Catálogo y Sala de Lectura, Capelli declara que:

Uno de los fines principalísimos de la Biblioteca Pública ha de ser el de brindar su contenido didáctico y ameno no sólo al profesional, estudiante o público en general sino muy especialmente al sector social integrado por obreros y empleados en el cual debe facilitarse el ejercicio de su influencia cumpliendo su alto sentido social.

Acto seguido, decreta la creación de un nuevo turno nocturno del servicio de catálogo. A continuación se designaría una nueva vicedirectora interina en reemplazo de Simons, Dolores J. López Aranguren, y el 17 de junio Alberto Palcos sería suspendido oficialmente de sus funciones como Director de la biblioteca tras la denuncia de múltiples irregularidades durante su mandato (UNLP, 1946b, p. 164)

El 26 de junio de 1946 comienzan las visitas escolares a la biblioteca, y poco tiempo después, el 22 de julio, se eleva el proyecto de creación de una Sección Infantil, que eventualmente sería denominada Sala Infantil “Eva Perón” y sería inaugurada por la propia Primera dama. Un mes más tarde, el 20 de agosto, se crearía una sección circulante de mil ejemplares que serían prestados a instituciones tales como centros culturales, sindicatos y otras bibliotecas. El entonces interventor, Alfredo Villafañe, aprovecharía la oportunidad de su inauguración para dar el siguiente discurso, exponiendo en él los lineamientos proyectados desde el gobierno nacional para con los organismos culturales:

…Consciente el suscripto de que una de las· convicciones que decidieron al Gobierno Revolucionario a determinar la Intervención a las Universidades y por ende a esta Biblioteca, fue la de que los institutos de cultura dejaran de ser patrimonio de ciertos sectores sociales al servicio exclusivo de sus intereses; de que una parte de la población ha permanecido desvinculada e incomprensiblemente separada de Instituciones que como la Universidad tienen además de su función instrumental la misión formativa de lo nacional, y que para ello se hace necesario mantener y consolidar aquellos valores populares que dan fisonomía estable a la argentinidad cumpliendo con una Iabor de instrucción que llegue a todo el pueblo…

Y continúa, a propósito del estado y la reorganización de la Biblioteca Pública:

…La Biblioteca Pública de la Universidad cuenta con un valioso tesoro bibliográfico, cuyo aprovechamiento, hasta el presente, ha sido malogrado en parte importante, ya que, a excepción de estudiantes y profesores, el resto de la población, obreros, empleados, comerciantes y vecinos en general, prácticamente desconocen la Institución, como lo demuestran las cifras estadísticas que revelan que sobre un total de 4.026 lectores, sólo 515 no están vinculados a la Universidad. La causa de tal situación está dada claramente en el prólogo de la Reglamentación para el préstamo a domicilio, dictada en 1939, y que dice: “La Biblioteca Pública de la Universidad Nacional de La Plata, está destinada a los miembros de esta alta casa de estudios, profesores y estudiantes, como así también a las autoridades provinciales y municipales y demás vecinos que deseen hacer uso de sus riquezas bibliográficas.” Basta la lectura de lo que se deja transcripto para comprender la paradójica interpretación del espíritu atribuido a una Biblioteca Pública, a la que en última ratio, recién se la considera destinada a servir los intereses de los “vecinos que deseen hacer uso de su material” Todo esto ha hecho de la Biblioteca Pública una simple Biblioteca de y para universitarios... (Universidad Nacional de La Plata, 1946c, pp. 473-475).

Este impulso interventor se presenta como un denominador común de las sucesivas gestiones. De hecho, las declaraciones de los directores registradas en las publicaciones oficiales dan cuenta de una homogeneidad discursiva y procedimental de creciente inspiración doctrinaria. (UNLP, 1946a, 1946c, 1953). Esta característica cobraría notoriedad hacia 1950, al asumir la dirección José Zartmann. En su período se crearía la “Sala del Justicialismo”, una colección especialmente dedicada a la doctrina peronista. Esta sala sería además el espacio designado para lecturas de la mencionada doctrina “10 minutos antes de iniciar las tareas”, sobre las cuales Zartmann aseguraba que “la concurrencia será absolutamente voluntaria”. El objetivo planteado era “difundir entre los empleados, los principios básicos del Peronismo”. (Libro Copiador de la B. P., 1950, n° 33, p. 133)

La imbricación de los preceptos peronistas y la organización institucional continuará intensificándose hacia 1953, ya bajo la gestión universitaria de Marcos Anglada, y la de Enrique Villegas Arévalo en la Biblioteca Pública. En el Anuario de la Universidad de ese año se expresarían en los siguientes términos sobre recientemente inaugurada Escuela de Bibliotecarios:

A través de la labor que desarrollan esta Escuela, tanto en su aspecto cultural como en el docente, se trata de dar a la misma la orientación que fija el Segundo Plan Quinquenal. En efecto, sus actividades trasuntan el espíritu que anima la Tercera Posición ideológica y social del Movimiento Justicialista. La doble función orientadora y de formación de la Biblioteca tiende a la argentinización de ésta al servicio de los fines de gobierno a la par que plasma en la juventud la nueva conciencia societaria impresa en la Constitución de 1949 (Universidad Nacional de La Plata, 1953, p. 292).

Por su parte, en las bibliotecas de facultades e institutos, la gestión particular por parte de cada organismo les permitía cierta discreción en cuanto a la implementación de nuevas normativas. En 1946 se designa un director interino y se solicitan ampliaciones arquitectónicas para la Biblioteca de Medicina. Durante el año siguiente se da a conocer que la Biblioteca de Humanidades amplió su personal para poder cubrir un horario de atención más extenso, a partir de entonces dividido en dos turnos. Esta política sería seguida por la Biblioteca de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas, a cargo de los bibliotecarios Federico Gottfried, Sara Sastre de Pérez Prina y Oscar Vega. Los últimos serían a la brevedad reemplazados interinamente por secretarios y finalmente se agregarían al personal Miguel Ángel P. Espora y María del Carmen Lentini. Como a Hänny Simons, el interventor de la facultad le solicitaría al bibliotecario Federico Gottfried que sugiriera medidas de mejora para la biblioteca (Instituto de Física de La Plata, 1947).

En 1948, la Biblioteca del Observatorio Astronómico incorpora como la Jefa de Biblioteca Nidia Ethel Guillamón, con experiencia en bibliotecas y graduada de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. También se le asignan cuatro auxiliares de biblioteca,2“todas con títulos de bachiller o de maestra, y con conocimientos de idiomas de uso internacional, como lo requiere el carácter de nuestra Biblioteca”. Estas incorporaciones son acompañadas por ampliaciones arquitectónicas y un nuevo empuje a las adquisiciones bibliográficas (Observatorio Astronómico de La Plata, 1949).

5. Modelo peronista de universidad y sus políticas bibliotecarias

Las políticas bibliotecarias oficiales han sido objeto de análisis por parte de múltiples trabajos de nuestro campo, entre los que se destacan los abordajes de Planas (2017) respecto de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares de Argentina y los de Marcela Coria (2017, 2022) respecto de la Dirección General de Bibliotecas de la provincia de Buenos Aires contemporánea al período en análisis. Hablamos entonces de una tipología específica de política cultural, vinculada a las bibliotecas pero que se engloba dentro de los horizontes más amplios de la actuación estatal frente a la circulación de los bienes y servicios culturales en la sociedad, por medio de la cual se procura favorecer condiciones particulares de intercambio cultural según el esquema ideológico imperante.

Las bibliotecas, en tanto depositarias del saber, actuaban como puntos de intervención estratégicos en la cultura popular, como lo habían demostrado ya los socialistas y anarquistas desde principios del siglo XX (Sik, 2018; Tripaldi, 1996). El arribo de esta noción de intervención cultural en las bibliotecas de la universidad se daría casi medio siglo más tarde, con una metodología común y replicable que resultaría, como hemos visto, en innovaciones estructurales expansivas, pero también uniformes. De las transformaciones presentadas y que acontecieron en las bibliotecas de la UNLP es posible extraer una suerte de patrón común de políticas implementadas en secuencia, y que sucedieron en consonancia con los parámetros sugeridos por Pis Diez (2019) respecto al modelo peronista de universidad y la democratización social de los centros del saber. La siguiente sería una aproximación esquemática a estos:

5.1. La transformación del sujeto-usuario de los servicios bibliotecarios

Los usuarios de las bibliotecas de la universidad eran hasta entonces contemplados en dos categorías de sujetos tradicionales y de corte liberal: estudiantes y profesionales, a los cuales se sumaría eventualmente el “vecino” de forma localizada (Biblioteca Pública UNLP, 1926). A partir del período que nos aboca se atestigua la incorporación de una figura más afín al programa de gobierno como lo era el trabajador (específicamente, el estudiante-trabajador), con una acotada participación de las niñeces mediante la creación de la Sala Infantil de la Biblioteca Pública. Lejos de ser una iniciativa aislada, sería una extensión hacia la academia de las políticas culturales del peronismo cuyos imaginarios lectores responden a los ya descritos por Coria (2018) para este período. Se trata, asimismo, de la transformación simbólica que procuraba la superación de la democratización política como límite ideológico del reformismo en pos de una democratización social del acceso a la universidad. Dicho re-diseño del usuario objetivo sería especialmente evidente en la Biblioteca Pública pero también, como veremos, para las bibliotecas académicas con respecto a las tareas de atención y divulgación.

5.2. La extensión temporal de la atención al público

El otro eje de las políticas de la Intervención fue la extensión de la atención, la cual hasta entonces solía prestarse en horarios acotados y de forma errática. En contemplación de un nuevo tipo de usuario más demandado por tiempos laborales, acontece en sucedáneo la adopción de nuevos turnos de servicio; por la mañana y la tarde en las bibliotecas académicas y por la noche en la Biblioteca Pública, proyectada hacia una comunidad lectora de mayor heterogeneidad.

Es relevante que mencionemos que hasta el período que nos ocupa, sólo las bibliotecas populares habían organizado sus servicios en razón de un público de origen trabajador, a las que se irían agregando con mayor fuerza las bibliotecas provinciales y nacionales (Coria, 2017, 2018, 2022; Planas, 2017).

5.3. La conformación de la planta del personal bibliotecario

El incremento del personal en las Bibliotecas de la UNLP, en tanto reproducción de los agentes culturales, se enmarca en la más amplia política de formación de una burocracia estatal específica para los espacios de la alta cultura, llevada a cabo de forma sistemática y generalizada durante los gobiernos peronistas (Fiorucci, 2008). Con la ampliación de la planta del personal bibliotecario se buscaba, en lo específico, cubrir los nuevos horarios, procesos y servicios brindados en cada unidad bibliotecaria, que desde entonces se esperaba atendieran una demanda más importante, o bien que fueran en su búsqueda. En los casos del Instituto del Museo y el Observatorio Astronómico estas incorporaciones llegaron a multiplicar varias veces la población bibliotecaria previa a la Intervención (por ejemplo, si en 1940 el museo contaba con una bibliotecaria, una década más tarde ese número crecería hasta diez veces, como se expone en la Tabla 1). Sería de esta forma un sólido punto de partida para la estandarización de las bibliotecas académicas y sus servicios profesionales.

Tabla 1.
Personal de la Biblioteca año de gestión yo ingreso.
Personal de la Biblioteca año de gestión yo ingreso
Fuente: Archivo del Departamento de Personal de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo.

5.4. El Instituto del Museo de La Plata y su biblioteca. Fundación y reforma (1887-1946)

El devenir histórico del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, como lo han plasmado las investigaciones de García (2010) y Podgorny (1995) implica remontarse a un origen de ideas, personalidades e instituciones que nacen de la cosmovisión positivista; la épica del progreso científico y el universalismo europeísta. A grandes rasgos, es posible caracterizar dos grandes períodos previos al que nos convoca en el Museo platense, compatibles con los modelos académicos trazados por Pis Diez (2019). Partiendo de una perspectiva bibliotecológica, es decir, centrada en la biblioteca y su funcionamiento, el análisis presente se desarrolla considerando el marco estructural de las políticas institucionales del Museo.

Las primeras direcciones del perito Moreno (1887-1906) y de Lafone Quevedo (1906-1920) constituyen un episodio de prácticas compatibles con el modelo conservador o autoritario de Academia; el Museo presentaba una estructura institucional organizada de manera exclusiva en torno a las expediciones y la investigación científica, con una pequeña biblioteca bajo un control centralizado en su Director (Alzola González, 1980; Moreno, 1890; Pis Diez, 2019). Sin embargo, la aparición de la Reforma Universitaria en 1919 un punto de inflexión que volvería rápidamente obsoleta la idea de una biblioteca para selectos.

Los esquemas organizacionales posteriores a la Reforma Universitaria aparecieron bajo la dirección de Luis María Torres (1920-1932). Torres regresaría a una centralización del mando durante su gestión, una impronta que se había diluido durante el mandato de Lafone Quevedo, y le daría a la misma un perfil restaurador y normalizador invocando el ideal morenista de un museo general que interviene en los trabajos de campo demandados por el país; sin descuidar los aspectos pertinentes a la formación profesional. Realizó modificaciones arquitectónicas que dieron jerarquía, accesibilidad y visibilidad a la biblioteca (se trasladó desde una sala apartada hacia el hemiciclo que hasta entonces hacía de anfiteatro)3 y se decidió la separación del cargo de Secretario del de Bibliotecario. A partir de esta decisión se contrató la primera bibliotecaria hacia 1931, Leonor Anita Sporleder. En su período se abandonaría la política de exclusividad de la biblioteca reglamentada por Moreno en favor de una más adecuada a los tiempos; una institución que brinda soporte material e intelectual a los altos estudios y la investigación desarrollados en el Instituto, afín a un Modelo reformista (Pis Diez, 2019; Riccardi, 1993)

En este contexto y hasta mediados de los años veinte, en el Museo funcionaron múltiples Escuelas que contribuyeron a diversificar tanto el crecimiento del fondo bibliográfico como la demanda de los servicios de la Biblioteca; estas eran las de ciencias naturales, dibujo, geografía y la de química y farmacia. También lo hacía la Escuela Preparatoria de Medicina. Con la excepción de ciencias naturales, cuyo presupuesto se asignaba desde el museo, y se irían separando del Instituto para finalmente contar con sus propias facultades.

Torres fue sucedido por Augusto C. Scala (1932-1933), Ricardo Levene (1933-1934) y Joaquín Frenguelli (1934-1946), los cuales continuaron con la organización de la agenda académica al unísono con el crecimiento de la población estudiantil. En estos años de formación e integración en un contexto universitario, las direcciones del Museo lidiaron con el equilibrio de la coexistencia de una enseñanza académica en expansión continua (alumnado, infraestructura aúlica y regularización de la situación docente) y la investigación científica con sus requerimientos particulares (expediciones, laboratorios, asignaciones y departamentalización) (García, 2010; Riccardi, 2013c).

5.5. La dirección de Emiliano Mac Donagh (1946-1949)

Emiliano Mac Donagh nació en 1896 en la localidad bonaerense de Exaltación de la Cruz y se doctoró en ciencias naturales en el Instituto del Museo hacia 1928. Se especializó entonces en el campo de la ictiología. Ya había desempeñado cargos directivos en instituciones varias; en 1944 fue designado Director General de Escuelas por la intervención federal en la provincia de Buenos Aires y dos años más tarde, interventor de la Facultad de Agronomía y Veterinarias de la universidad. Su eventual llegada a la dirección del museo sucede en sintonía con la mencionada política de democratización social promovida bajo el Modelo Peronista de Universidad y la misión de resignificar y popularizar el saber, pero también redirigir los desarrollos científicos hacia los intereses estratégicos del país (López & Ponte Gómez, 2009; Pis Diez, 2019; Soprano, 2010).

Su temprana vinculación con el Peronismo y la intervención de la universidad responde a la configuración de una sociabilidad intelectual emergente y de carácter nacionalista, sobre la cual se apoyó el nuevo proyecto de gobierno para intervenir en los ámbitos de instrucción pública. Mac Donagh formaba parte del Consejo Editor de Criterio, una publicación periódica de la vertiente católico-nacionalista identificada como antirreformista y heredera tácita de las políticas de Manuel Fresco en la provincia de Buenos Aires. A partir de la designación de Martínez Zuviría como Ministro de Educación, múltiples personalidades de esta corriente de pensamiento fueron designadas en distintos niveles de gestión educativa (Lida y Fabris, 2019).

Si bien contó con el apoyo de algunos sus colegas más reconocidos en su ascenso hasta el cargo de Profesor de Biología, supo interpretar las contradicciones entre ciencia y religión con una lógica particular, lo que se observa, por ejemplo, en sus comentarios respecto del darwinismo (Mac Donagh, 1952; Rodríguez & Soprano, 2015).

El inicio de su gestión en el museo es un hecho interpretado con notables divergencias por la bibliografía existente, especialmente en cuanto a sus formas. Riccardi (2013a) sostiene que en septiembre de 1946 el director del museo, Joaquín Frenguelli, recibiría la solicitud del interventor de la universidad, Orestes Adorni, de representar a la casa de estudios en un congreso a realizarse en Río de Janeiro el mes siguiente, y se le solicita que designe un reemplazante interino, lo que hizo efectivamente el 11 de diciembre de 1946 eligiendo a Mac Donagh. Al regresar de su viaje, según el autor, se descubrirá separado de facto de su cargo, siendo relegado a “...un depósito que era casi un calabozo y que por tal motivo recibía una denominación acorde…”. (Riccardi, 2013a).

Por su parte, Soprano (2010) sugiere que Frenguelli optaría voluntariamente por un período de licencia como resultado de haber sido desautorizado por el Interventor de la Universidad y el Consejo Universitario en torno a un pedido de licencia por viaje que había otorgado a Max Birabén. El 5 de febrero de 1947 Frenguelli renunciaría a todos sus cargos y el día 8 del mismo mes asumiría la dirección el hasta entonces director interino.

En cualquier caso, con su asunción se establecía una nueva línea de dirección diferente de aquella heredera del movimiento reformista. Durante la misma acontecerá la transformación de la antigua Escuela Superior de Ciencias Naturales del Museo en Facultad de Ciencias Naturales y Museo, por medio de un decreto del Poder Ejecutivo Nacional fechado el 19 de julio de 1949 (Teruggi, 1988). Sería a partir de ese momento el primer Decano de dicha Facultad (Furlong, 1961) y tras la renuncia de algunos investigadores de abierto posicionamiento reformista promovería una reestructuración del organigrama institucional, particularmente en el área de zoología tras la salida de Max Birabén y su esposa (Soprano, 2009).

Su mandato culminaría en el año 1950, al asumir la dirección por dos años el Almirante Guillermo O. Wallbrecher (1950-1952), quién a su vez sería sucedido por José F. Molfino (1952-1953) y el eventual retorno de Frenguelli (1953-1955). Aún durante los gobiernos peronistas participaría de la Junta Nacional de Intelectuales (1948-1950) presidida por Antonio Castro y Martínez Zubiría, y de la formación del Instituto Católico de Ciencias junto a Eduardo Braun Menéndez (1953-1955). Mac Donagh sería definitivamente separado de sus cargos en la universidad una vez acontecida la autodenominada Revolución Libertadora en 1955, junto a Milcíades Alejo Vignati y Raúl Ringuelet, este último era quien había reemplazado a Birabén.

5.6 La situación de la Biblioteca del Museo (1946-1953)

Lograda la implementación de un servicio mínimo de atención al público sostenido en el tiempo y la organización bibliotecológica de sus colecciones, el devenir de las bibliotecas académicas de la UNLP había marchado sin sobresaltos hasta la intervención. Si bien Torres afirmaba hacia 1934 que la Biblioteca del Museo se encontraba disponible para “todas las personas que lo deseen” (Torres, 1934), resulta por demás complejo suponer una abultada concurrencia. Su ubicación arquitectónica y las vías de acceso constituyen uno de los primeros obstáculos para el visitante inadvertido, pero el conocimiento de su existencia y las posibilidades de su fondo documental resultan aún más improbables en ausencia de una política de difusión específica, más allá de los vínculos de sociabilidad intelectual radicados en el Museo, quizás sólo extensible al ámbito de la universidad.

Con la atención puesta en contar en cada facultad con una biblioteca funcional, no fue sino hasta 1946 en que se reportó una explosión demográfica de las plantillas de bibliotecarios. La creación de la Facultad de Ciencias Naturales en 1949 y las ya caracterizadas políticas bibliotecarias desplegadas por el gobierno peronista hacían inminente la expansión de los servicios bibliotecarios; en consecuencia, la actividad en la Biblioteca del Museo se incrementa exponencialmente. Bajo la dirección de la Doctora en Ciencias Naturales Delia Abbiatti y una breve gestión de Angélica Costa Álvarez de Sapin,4 en 1950, las tareas bibliotecarias que hasta entonces se presentaban únicamente como los procedimientos de inventariado y canje adquirieron un funcionamiento nuevo y dinámico, registrándose las primeras estadísticas de consultas bibliográficas en el espacio de la Biblioteca y de préstamos domiciliarios. (Facultad de Ciencias Naturales y Museo, 1950).

Entre el año 1946 y 1952 un total de diez bibliotecarios se suman a las tareas de la Biblioteca, entre los que se cuentan ocho mujeres y dos hombres (ver Tabla 1). De las primeras sabemos que una contaba con estudios primarios, cinco poseían el título de maestra normal y que una de estas últimas alcanzaría hacia 1959 el título de técnica bibliotecaria otorgado por la carrera de Bibliotecario radicada en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (UNLP).5 Además, también había en este grupo una profesora en letras.6 De los hombres, uno de ellos era el bibliotecólogo y Almirante de Fragata Luciano Cesar Pessacq,7 quién a partir de 1950 actuaría como director de la Escuela de Bibliotecarios que funcionaba en la Biblioteca Pública, inaugurada tan solo un año antes. Su incorporación sucede en el marco de la designación de otros miembros de la Armada en los estratos superiores de la organización universitaria como, por ejemplo, el también Almirante Guillermo O. Wallbrecher, designado interventor por distintos períodos, tanto de la Biblioteca Pública como del Observatorio y del Instituto del Museo. Según Soprano (2010), estas apariciones podrían originarse en los lazos de intercambio que existían entre la UNLP y la Escuela Naval Argentina, así como por las consideraciones vigentes en la Armada respecto de la carrera de Oficial, afín desde esa perspectiva a los altos estudios.

El juicio de los bibliotecarios de la época nos proporciona una mirada externa de la Biblioteca; en 1953, la Fundación Rockefeller financió un estudio que sería llevado a cabo por los bibliotecarios Ralph R. Shaw, Arthur E. Gropp y por Armando Samper para el Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas. En él se realizó un relevamiento del estado de las bibliotecas con bibliografía de carácter agrícola o afines. Para ello visitaron múltiples bibliotecas alrededor de América Latina y el Caribe y se las describió de forma general. Así se referían a la Biblioteca del Museo de La Plata:

La biblioteca tiene un personal de diez empleados que trabajan en dos tandas y está bajo la dirección de una Especialista en Botánica. Ocupa una sala semicircular en que se combinan el espacio de trabajo, los anaqueles, el catálogo, y las mesas de lectura. El resto de los libros se mantiene en cuatro salas adicionales. Es evidente la necesidad de mayores comodidades. La colección; de cerca de 120.000 volúmenes, incluye 40.000 folletos, es especializada en los campos de botánica, antropología, zoología, paleontología y geología. Se archivan los libros en grandes grupos, en posición fija. El catálogo de tarjetas está formado por archivos separados por autor y por materia, para libros y para artículos de revistas. Las tarjetas llevan un mínimo de información bibliográfica. Los servicios se prestan a los 200 estudiantes y al personal de la Facultad y del Museo (Shaw, Gropp y Samper, 1953).

Como punto de comparación por su tipología y período, en el mismo artículo se menciona a la Biblioteca del Instituto Nacional de Investigaciones de las Ciencias Naturales (anexo al Museo de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”). La bibliotecaria a cargo es la bibliotecóloga Josefa Emilia Sabor8 y formaban allí un total de cinco bibliotecarios. De forma similar, comunican que desde 1949 también atravesaba un proceso de reorganización con el fin de mejorar el servicio, incluyendo la formación de un catálogo de autores y la agrupación de los libros por materias.

Se mencionan de la misma manera la Biblioteca de la Facultad de Agronomía de la UNLP, a cargo del bibliotecario Rodolfo Marcelino Uro; según se deduce de la reseña el único responsable, y la Biblioteca de la Facultad de Veterinarias con tres bibliotecarios “ficheristas”.

En este período que comienza en 1946, la Biblioteca del Museo ve crecer con celeridad su acervo bibliográfico. En 1947 se adquieren las colecciones personales de Augusto C. Scala y Roberto Dabbene y, en 1949, se realiza un nuevo fichaje de las obras donadas por el ex-director F. P. Moreno y un nuevo catálogo. (Instituto del Museo, 1947; Instituto Superior del Museo, sept. 1949)

Además, hacia 1951 se conforma la Comisión de Adquisición de la Colección Fossa-Mancini, incorporada poco tiempo después. La Biblioteca participa también en la divulgación científica a través de alocuciones radiofónicas, de las cuales se registran la realizada por Elena Lidia Fontenla, "Una visita a la Biblioteca del Museo de La Plata. El Conde de Buffon: su obra, su estilo” (1951)9 y la realizada por la también bibliotecaria Lía Lacabe, “Hombres y libros” (1951) (FCNyM, 1951). Las actividades de divulgación cuentan con un recorrido de larga data en la Casa de Estudios platense, especialmente como medio de legitimación de las ciencias institucionalizadas (García, 2010). Sin embargo, la participación en dichos medios de comunicación por parte de las bibliotecarias podría englobarse en el orden de un plan transversal de difusión cultural de las gestiones peronistas: como expone Coria (2017), en 1951 también se inauguró el programa radial de la Dirección General de Bibliotecas de la Provincia de Buenos Aires, un espacio que estaría destinado a la vida social y cultural de las bibliotecas.

En 1949 se registran los primeros 349 préstamos a domicilio y se contabilizan 42 consultas bibliográficas en la sala de lectura. (Instituto Superior del Museo, sept. 1949). El crecimiento del patrimonio documental también se expande rápidamente: si hasta 1945 el fondo bibliográfico general de la Biblioteca consistía en 1.247 libros y 8.565 folletos según el Inventario, una década más tarde contaba con 9.272 libros y 18.510 folletos.

Desde su formación, la Biblioteca del Museo acumuló una considerable colección de material bibliográfico diverso, contando reseñas de discursos, conferencias, eventos sociales, catálogos comerciales y manuscritos, pero también bibliografía relacionada con el campo del arte, derecho, medicina, filosofía y química, entre otros. Esto es en parte explicable por la misma naturaleza cambiante de las demandas que tuvo la Biblioteca al hospedar múltiples Escuelas de enseñanza. No obstante, es imposible explicar semejante diversificación sin ponderar la relevancia que alcanzó el Museo de La Plata en el intercambio científico nacional e internacional, y cuyas redes de sociabilidad intelectual fueron enriquecidas por profesionales influyentes en todos los campos de la vida social.

A esto se suma que, a diferencia de otras bibliotecas de la Universidad, contaba con un vasto recorrido y experiencia en el sistema de canje de publicaciones, particularmente de los Anales y la Revista del Museo, gracias al cual pudo, mediante casas consignatarias y librerías, adquirir bibliografía exclusiva de distintas partes del globo, predominando el intercambio con los Estados Unidos, Alemania y Francia, y en nuestra región, con Brasil y Chile (Farro, 2008; García, 2010).10

Los voluminosos inventarios del material ingresado en la Biblioteca permiten observar algunas alteraciones en las novedades bibliográficas durante los años de la Intervención. En primer lugar, la incorporación de la serie "Labor realizada por la intervención en la Universidad Nacional de La Plata", fundamental para la comprensión del período universitario en cuestión, discursos del Presidente de la Nación, múltiples reseñas de los símbolos patrios, publicaciones del Departamento de Acción Social de la Universidad de Buenos Aires, artículos sobre la modificación de la Constitución de 1949, guías e informes del Ministerio de Educación de la Nación, Estatutos y/o memorias de la Sociedad Científica Argentina, de la Comisión Honoraria de Reducciones de Indios y la colección completa de la Editorial Mundo Peronista, quizás destinada a disertaciones de Doctrina Justicialista como las realizadas en la Biblioteca Pública.

Entre las adquisiciones encontramos autores de conocida filiación partidaria y gubernamental como Miguel López Francés, el Ministro de Educación Oscar Ivanissevich y Francisco José Capelli. En este período de movimiento bibliográfico que va desde 1946 a 1953 y continúa hasta 1955, encontramos una preocupación creciente por el material teórico y de apoyo bibliotecológico; ingresan obras de Carlos Victor Penna, memorias de la Sociedad Argentina de Bibliotecarios y Congresos de la Dirección Nacional de Bibliotecas Populares. Es relevante mencionar que la mayor parte de este material bibliográfico ya no se encuentra en la Biblioteca del Museo, ya que según marcan los sellos de descargo, en décadas posteriores los criterios de expurgo tendieron hacia la exclusividad de las ciencias naturales en la colección, una política que no había tenido asidero en la biblioteca previamente, ya que se nutría, como hemos visto, de una vasta estructura interdisciplinar de sociabilidades intelectuales. Con la consecuente eliminación de dichos ejemplares adquiridos en el período se omitieron, no obstante, publicaciones afines de otros períodos, lo que proporciona una perspectiva quizás algo más lúgubre respecto a la descatalogación de estas colecciones; es decir, la posibilidad de la censura en la búsqueda del olvido. En este marco, Florencia Bossié (2006) rescata la memoria de Haydée G. Cervantes de Artola, ex directora de la Biblioteca Pública (1978-1981), quién recuerda cómo una vez acontecida la Revolución Libertadora en 1955, un grupo de estudiantes atacó la colección de la Sala Justicialista de esa Biblioteca, incinerando este material bibliográfico en una gran hoguera de libros en la plaza vecina. La escasa disponibilidad de los distintos números de la serie mencionada previamente, "Labor realizada por la Intervención de la Universidad Nacional de La Plata… ", que además constituía la única Memoria Oficial del período, quizás pueda estar relacionada con estos factores.

En cuanto a su actividad pública, a partir del año 1953 los registros y las noticias de la Biblioteca del Museo de La Plata se vuelven extremadamente esporádicos. La misma pierde una buena porción de la visibilidad de la que gozaba en las Notas del Museo de La Plata publicadas desde 1920 (en las que se inscribía entre las autoridades la leyenda del Bibliotecario mayor, por ejemplo, “Doctora Delia Abbiati, Bibliotecaria” y desaparece también su apartado en las reparticiones departamentales de la institución. Reaparecerá en las Memorias institucionales recién en el año 1961, cuando se le asigna el cargo de Director de la Biblioteca a Luciano César Pessacq, quién según la ex-directora María Luisa Andreoli (2000), sucedería a Delia Abbiatti (1947-1956) y a Nelly Lanussol (1958-1960).

Reflexión final

Los espacios bibliotecarios de la UNLP, que hasta entonces protagonizaban un desarrollo paulatino, fueron rediseñados integralmente por la Intervención. Esta procedió redefiniendo las consignas y estipulaciones hasta entonces establecidas en nuestro campo laboral dentro del ámbito académico. Los avances en la apertura de los servicios bibliotecarios realizados en años previos a la Intervención, muchos de los cuáles eran objetados por vanguardistas como el préstamo domiciliario,11 se mostraron insuficientes para los protagonistas y hacedores de este período, frente a las necesidades culturales emergentes desde y hacia un nuevo espectro socio-demográfico objetivo.

La crítica a la academia recluida en la torre de marfil, lejana a las demandas de las masas trabajadoras, ganó predominancia en este período y con ello tuvo lugar la incorporación de nuevos sujetos al ámbito académico, producto de la búsqueda de la democratización social de estas instituciones. Estos se traducirían en dos nuevos tipos de usuario objetivo de las bibliotecas de la universidad; el trabajador (ya sea como estudiante o bien externo a la institución) y el niño, con diferentes niveles de impacto y preponderancia según la dependencia universitaria y sus fines y herramientas divulgativas.

La implementación de esta reorganización conceptual e ideológica posibilitó y dio lugar a la diagramación de horarios más extensos y por ende una mayor demanda de personal en las bibliotecas de la UNLP, haciendo necesaria la incorporación de personal formado y, de ser posible, experimentado en las tareas bibliotecarias o bien la mediación cultural.

El impacto de dichas políticas se hizo sentir en la gran mayoría de las bibliotecas de la universidad y especialmente en su Biblioteca Pública. No obstante, el caso de la Biblioteca del Museo demuestra cómo aún una Biblioteca que se consideraba reservada para los estudios más especializados y alejados de las necesidades de la cultura popular fue incluida en el proyecto de divulgación científica y el acercamiento de sus servicios a un público en proceso de transformación demográfica y económica, ya sea por medio de la radiodifusión, la extensión horaria, la expansión de personal y la incorporación de material bibliográfico de carácter ideológico-político.

No menos importante es, y quedará para objeto de futuras investigaciones, la aceleración del intercambio de material bibliográfico vinculado a la bibliotecología durante el período analizado.

Fuentes

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  11. Universidad Nacional de La Plata. (1946a). Labor cumplida por la intervención en la Universidad Nacional de La Plata Nº 1. La Plata: UNLP.

  12. Universidad Nacional de La Plata. (1946b). Labor cumplida por la intervención en la Universidad Nacional de La Plata Nº 2. La Plata: UNLP.

  13. Universidad Nacional de La Plata. (1946c). Labor cumplida por la intervención en la Universidad Nacional de La Plata Nº 3, v. 2. Labor desarrollada por los señores delegados interventores en las distintas facultades, institutos, colegios y escuelas. La Plata: UNLP.

  14. Universidad Nacional de La Plata (1953). Anuario. La Plata: UNLP. Recuperado de http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/86491

Referencias

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Notas

1 Este trabajo hubiera sido imposible sin el aporte de María Luisa a la historia de la Biblioteca del Museo, por ende, está dedicado a su persona y a la Biblioteca “Florentino Ameghino” en sus 139 años.
2 Ellas eran Alicia B. Di Bella, María Elena Gamboa, Judith E. Suárez y Graciela F. Bustos.
3 Para ello, dicho anfiteatro fue reacondicionado y el espacio continuó utilizándose para conferencias u eventos de divulgación científica.
4 Sería la principal aprendiz y sucesora de Hanny Stocker de Simons en el cargo de la vicedirección de la Biblioteca Pública de la universidad, y participaría en la Escuela de Bibliotecarios de dicha dependencia. La suplencia de Abbiatti, que ya había trabajado en la Biblioteca mencionada, podría acreditar una trayectoria común entre ambas bibliotecarias.
5 Elena Lidia Fontenla sería ayudante de la cátedra “Política educativa” dictada por Américo Ghioldi (Departamento de Ciencias de la Educación, 2014 [1961]).
6 Nelva Edith Zingoni fue autora, entre 1958 y 1961, de múltiples reseñas literarias en el apartado “Revista de libros” de la Revista de la Universidad de La Plata, y en la serie Trabajos, comunicaciones y conferencias del Departamento de Letras (FaHCE-UNLP). Hacia 1961 sería auxiliar docente del mismo Departamento de Letras y JTP del curso “Lectura y comentarios de textos literarios”.
7 Luciano César Pessacq se convertiría en 1961 en el director de la Biblioteca del Museo, cargo que ejercería hasta poco antes de su muerte en 1983.
8 Josefa Emilia Sabor (1916-2012) fue una destacada bibliotecaria argentina que formó parte de la denominada Generación del `40, nucleada en el Instituto Bibliotecológico de la Universidad de Buenos Aires. Se constituyó como una figura central de la profesionalización de la bibliotecología en el país, con una rica producción bibliográfica que contribuyó a la modernización de los abordajes y prácticas del campo.
9 La referencia al Conde de Buffon, como puede atestiguar cualquier visitante, podría estar relacionada a la presencia de un busto de aquel en la Biblioteca.
10 Gráfico estadístico de canjes (ca1920). Biblioteca Florentino Ameghino.
11 Sobre estos debates alrededor del préstamo domiciliario, resulta de particular interés el debate suscitado en la Biblioteca Pública de la UNLP al comienzo de la vicedirección de Hänny Simons, y que continuaría inclusive hasta los años setenta con el cercenamiento del mismo por parte del director Couture de Troismonds, episodio que llegaría a discutirse en los periódicos locales. (Meclazcke, 2020).

Recepción: 31 Julio 2023

Aprobación: 24 Noviembre 2023

Publicación: 01 Abril 2024

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